miércoles, 23 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (40)


Las maestras y maestros, han constituido en Cataluña, como en todas las naciones desde que las naciones existen así en lo real como en lo virtual, un ejército nacionalizador, en este caso nacionalizador catalán. Nacionalizar a las criaturas quiere decir muchas cosas: embutirles en sus tiernas seseras la colección de leyendas más que menos sanguinarias llamada Historia -así, mayusculizando un grafema que no corresponde a ningún fonema español ni catalán-; enseñarles una geografía donde es más importante saber si Figueras es o no la capital del Berguedà que determinar si París está al norte o al sur de Madrid; y, last but not least, convencerles de que el catalán es la lengua propia de Cataluña y de que si no pierden muchas horas asimilando ese léxico normativo en vías de invención y la dificultosa ortografía que Fabra impuso a pesar suyo (mucho menos sensata que la del español o el italiano y casi tan absurda como la del modelo francés), nunca llegarán a nada en un país donde la lengua fabriana es el emblema, el jamón cinco jotas que las judías y judíos conversos deben llevar prendido en la solapa o el escote como prueba de que su integración es perfecta y su asimilación tan absoluta que ya son en verdad más cristianos que los cristianos viejos.

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