miércoles, 30 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (55)


Ayer era yo la mar de feliz con la metáfora de mi viejo compañero de cinefilias Manuel Hidalgo ("Como una casa", El Mundo 16-10-98: 2): España es una realidad como una casa, con varias familias que habitan en ella pisos diversos pero transitan por los ámbitos comunes, utilizan los servicios colectivos y, faltaría más, contribuyen a cubrir los gastos generales del edificio.
Pero la alegría dura poco en la casa del pobre. Di con la baldosita de Gabriel Jaraba ("Un derecho colectivo, por ejemplo", El Periódico 16-10-98:9), viejo compañero de antifranquismo en el Diario de Barcelona de cuando el franquismo. Decía Jaraba: "Ciertos intelectuales de izquierdas (se refiere sin nombrarlos a los firmantes del segundo manifiesto del Foro Babel) están empeñados en demostrar científicamente que los titulares de los derechos humanos solo pueden ser individuos y no colectivos. "Cita como derecho colectivo la resistencia al invasor y añade que en la Francia ocupada por los nazis tales intelectuales "deberían haber sido acusados de colaboracionismo por la resistencia".
Parece imposible superar el desatino de tamaño parangón, pero en el siguiente párrafo el directivo de TV3 (ignoro si sigue siéndolo pero haberlo sido imprime carácter) utiliza la expresión "ilustrados cosmopolitas" de modo sin duda peyorativo y afirma que éstos "se comportan en la práctica como criptonacionalistas españoles", que son una "nueva izquierda radical-chic" (expresión acuñada por el estupendo y muy carca Tom Wolfe) "neoespañolistas", que "ejerce un efecto devastador sobre el catalanismo de izquierdas".
El nacionalismo se cura leyendo. Si esos periodistas que por prebendas o por fe llevan veinte años dando apoyo logístico en papeles y pantallas a la dictadura blanca que nos gobierna por voluntad popular, si esos cómplices objetivos del nacionalpujolismo que va de Duran Lleida a Ribó y Lucchetti supieran leer, entenderían, gracias a majaderos delirantes como Frantz Fanon y a sabios sensatos como Eric Hobsbawm o Joan-Lluís Marfany ("El catalanisme és tot ell, sense excepció, d´un conservadurisme de pedra picada"), que hablar de "catalanismo de izquierdas" es un contrasentido en sus propios términos, y no lo pongo en latín para que no me llamen cosmopolita ilustrado.
Más grave, sin embargo, lo dije hace ya algún tiempo, es que se haya llegado a una situación en la cual "catalanista" o "nacionalista catalán" son elogios cuando no santificaciones laicas, mientras "criptonacionalista español" o "neoespañolista" constituyen insultos peligrosos.
Habría que recordar de nuevo a lo "jarabas" cosas tan elementales como que el nazismo se basaba en los derechos "colectivos" del pueblo alemán, que el colaboracionismo se lo sacaron de la manga los muy nacionalistas franceses de Pétain y Laval, que el más ilustre "teórico de izquierdas" que ha tenido la autodeterminación de los pueblos fue el funesto ex seminarista José Stalin, asesino de libertades y de 20 milllones de personas, que en estos momentos la mayor parte de los muchos litros de sangre que empapan el mundo se vierten en nombre de las identidades colectivas...
Pero será mejor aconsejarles otra vez que lean. Que lean por ejemplo "El asedio a la modernidad", del argentino Juan José Sebreli. Mientras ellos se ilustran, yo me permitiré reanudar mi placentero diálogo con la metáfora de Hidalgo: "No vemos razón -dice- para que ningún vecino quiera construir otra escalera, directa a su vivienda, o pintar de verde el trozo de su fachada. "No, Manolo, no, estos constructores periodísticos no quieren pintar trozos de fachada ni hacerse una escalera nueva: lo que pretenden es ir haciendo subrepticiamente un piso llamado Catalunya, hasta que los demás vecinos acepten con resignación o alivio el hecho consumado de que aquello es ya otra casa y que más vale aceptarlo que matarse por impedirlo. ¿Y lo quiere aí la mayoría de los habitantes del piso catalán? No. Por eso, en realidad, preguntárselo en un referéndum no le interesa al nacionalpujolismo. Con ese espantajo solo pretende inquietar a los vecinos.

Nada por la patria. (54)


Sí: el castellano, en Cataluña, está discriminado. Porque es la lengua de los pobres, aunque sea también la de los ricos, que antes del funesto Francisco Franco ya hablaban castellano con sus hijos y reservaban el catalán para los "pagesos" que les cuidaban las fincas.
Lo había explicado el lingüista norteamericano Charles Fergurson en 1959 en el artículo "Disglosia", donde ponía en circulación un término que durante años hizo furor entre los catalanistas reivindicativos. Luego lo fueron abandonando, porque el nacionalpujolismo iba imponiendo su normalización lingüística y al invertirse la situación el argumento diglósico se volvía contra ellos.
Fergurson, a partir del estudio de cuatro casos (el árabe, el alemán suizo, el griego moderno y el criollo haitiano), determinaba que había lugares donde existían dos variedades de una misma lengua: la A (alta) y la B (baja). Para decirlo deprisa, porque el espacio que se me ha impuesto no da para más: la variedad A era superior porque se reservaba para los usos oficiales, se aprendía en la escuela y daba prestigio, mientras la B quedaba relegada al ámbito familiar y los usos informales.
Luego Joshua Fishman dijo que la disglosia podía darse en el contacto entre dos lenguas diferentes por ejemplo, el inglés (lengua A) y el yiddish (lengua B) de los judíos norteamericanos. Los sociolingüistas catalanes se agarraron a la teoría de Fishman como a la tabla de salvación: el español era la lengua A, el catalán la B.
Después los patriotas catalanes fundamentalistas penetraron en los intersticios de la dictadura blanca pujolista (Tarradellas dixit) y pusieron todo su ahínco en invertir la situación: el catalán pasaría a ser A y el español, B. Por eso el castellano está discriminado: no se enseña geografía ni física con él en la escuela, no figura en los papeles que manda la Generalitat, está mal visto que se use en un claustro universitario, quien busca trabajo procura dirigirse en catalán al posible patrono...
Según el nacionalismo lingüístico es una guerra: una de las lenguas tiene que morir. Los patriotas procuran erradicar el castellano, único modo a su entender de evitar la muerte del catalán. Empeño criminal pero vano, porque el castellano avanza día a día. En la literatura, en el cine, en la televisión privada, en los patios de los colegios -"Hemos ganado el aula pero hemos perdido el patio", constata el ultranacionalista catalán Joan Triadú-, en la calle, en las discotecas, en la vida toda en fin.
A medida que retrocede en el uso oficial y formalizado, el castellano avanza en el uso real y vivo. Los fundamentalistas del catalán, cual tortuga armada panza arriba, han decidido morir matando. Por eso discriminan al castellano, separando cada día más lo oficial de lo real. Franco no consiguió terminar con el catalán. Ellos no conseguirán acabar con el español. Pero, mientras tanto, los niños siguen siendo víctimas de su pasión inútil.

martes, 29 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (53)



Los políticos de CIU y el PP, matrimonio en Madrid y pareja de hecho en Barcelona, más los lacayos de tecla o micrófono encargados de maquillar la realidad según las conveniencias del poder, dicen que se acabó la polémica sobre cómo se enseña español en Cataluña. Otros piensan que hay que seguir hablando del asunto. Los ciudadanos afectados, por ejemplo, o los periodistas escarbadores. Los que piensan, siguiendo a Mark Twain traducido por Lluís V. Aracil, que su tarea consiste en "dir la realitat" que sus propios colegas van tapando.
Maese Umbral, la más poderosa intuición lingüística en la España del siglo que termina, ha dicho que en las escuelas de la Cataluña pujoliana se está inventando el espatalán. Pues sí. Añadiré que es la lógica venganza de los profesores de catalán, que llevaban tiempo denunciando el avance del "catanyol", indeseable monstruo nacido del contacto entre la purísima lengua catalana y el violador español: contra catanyol en la calle y el patio, espatalán en el aula.
No es cierto, en general, que las clases de castellano se den en catalán y con libros en catalán. Sí lo es que el castellano es tratado en las escuelas públicas catalanas como lengua extranjera. Un niño de 10 años suele tener tres horas semanales de inglés y dos de español. La maestra llamada Neus dice llamarse Begoña antes de empezar a hablar en castellano, para que las criaturas tengan claro que aquello es una comedia y no forma parte de la vida real del aula, que por supuesto se desarrolla solo en catalán.
El libro de inglés se titula "Big Red Bus" e incluso su página de créditos está en iglés de cabo a rabo, desde "Heinman English Language Teaching" hasta "Printed and bound by Mateu Cromo, S.A. Madrid". El libro de español se titula "Castellà" y su página de créditos está íntegramente en catalán, desde "Autors: Carme Minguella..." hasta "Imprès a Roll Press, S.L., Carrer Londres, 98, 08036 Barcelona". Pero claro está, eso no es lo grave. Ni siquiera lo es que Minguella ys sus cómplices empiecen diciéndole al niño "haz una cruz en la casilla" en lugar de "pon una cruz", que es lo que diría cualquier usuario competente del castellano.
No. Lo grave es que Miguella & Co. pierdan buena parte de las míseras dos horas semanales de castellano intentando que niños y niñas aprendan a diferenciar fonéticamente "vaya" de "valla", cuando tal distinción ya no existe en el español estándar real -¿han leído a Navarro Tomás, Alarcos Llorach, Quilis, Mosterín...?-, aunque sí en el catalán: por eso a un madrileño o a un porteño les cuesta tanto pronunciar "Sabadell" o "armilla" como Dios y Fabra mandan. Bueno, pues a los niños que hablan bien les enseñan a hablar mal. Así se fabrica en las aulas del espatalán.
Menos mal que, según cuenta Joan Rendé en Avui de anteayer, Antoni Bassas le preguntó a Esperanza Aguirre en Catalunya Ràdio " si no era una conveniencia pedagógica que las primeras lecciones de grado elemental de una lengua que no es la doméstica del alumno se hicieran en la lengua natural de este". La ministra, según Rendé, contestó que en Cataluña no puede hablarse de "conocimiento elemental del español". Concluye Rendé: "Si hiciéramos caso de esa suposición y cortásemos por lo sano haciendo las clases en español a los niños de familia catalanohablante sin una sola indicación en catalán, más de un chaval se quedaría en la higuera."
Bassas y Rendé, defendiendo la enseñanza del castellano en catalán, acaban de cargarse la inmersión monolingüe catalana, que se basa exactamente en no hablar nunca en la lengua "doméstica" del alumno, que es el castellano. ¿Cuántos chavales de familia castellanohablante se quedan en la higuera? No hay mal que por bien no venga, como dicen que dijo Franco cuando voló Carrero Blanco.

Nada por la patria. (52)


La Mequinenza literaria del "Camí de Sirga" de Jesús Moncada es en realidad real y administrativa de ahora mismo un pueblo de tres mil habitantes escasos adscrito a Zaragoza (provincia), Aragón (Comunidad Autónoma), España (Estado), Unión Europea (futurible).
Salvo que sea sordo, cualquier forastero que haya deambulado por Mequinenza ha podido comprobar que lo que mayormente hablan entre sí los lugareños de cualquier edad es el catalán, aunque se pasen al castellano cuando se dirigen al visitante. Al igual que la Fraga de los higos, el Saidí de "La terra retirada" de Mercè Ibarz y otras localidades del Bajo Cinca, las Ribagorzas, la Litera o Matarraña, Mequinenza está en la Franja, esa loncha catalanohablante larga y estrecha incrustada en las provincias de Huesca, Zaragoza y Teruel.
Ahora la delegación del Gobierno en Aragón (aclaremos: del Gobierno central, de Aznar, del PP) ha dicho que no: que la competencia en materia lingüística corresponde a las Cortes aragonesas. El alcalde, que es de IU y se llama Jaume Borbón -todo un apellido-, ha decidido plantar cara con un argumento sencillo y contundente: la mayoría de los vecinos se expresan normalmente en catalán. ¿Por qué la maestra y sus alumnos y alumnas, si emplean el catalán en casa, en la calle y en el patio de la escuela, no han de poder seguir usándolo en el aula como herramienta docente tan válida como el castellano y sin duda más "natural" que este en ese lugar concreto?
Solo el empecinamiento de los nacionalistas españoles irredentos, ciegos y sordos ante la realidad, puede tratar de impedir algo tan normal como que la lengua del patio sea también la del aula. ¿A quiénes llamo nacionalistas españoles irredentos? A quienes, tras considerar conveniente que los niños y niñas hispanos de Estados Unidos sean escolarizados en español porque es su lengua materna, intentan impedir que gocen del derecho equivalente los de Mequinenza, cuya lengua materna es el catalán.
Imaginen ustedes, ya que esta franja bajera del periódico se ocupa más que nada de Cataluña, que en Santa Coloma de Gramanet, pongamos por caso, la lengua familiar de la mayoría de niños y niñas fuese, como en Mequinenza, el catalán, y solo se les pudiera escolarizar en castellano, como allí. ¿No dejaríamos oír nuestra protesta airada ante tamaña insensatez?
Por fortuna, tal cosa no ocurre. La lengua propia de los más de los infantes colomeses es el castellano o español, pero la Generalitat de aquí, gobernada por la coalición que en Madrid apoya a los nacionalistas españoles, escolariza a esas criaturas solo en lengua catalana, que es lo pertinente. No solo por razones patrióticas, que también, pues al fin y al cabo el catalán es la lengua propia de la nación donde viven, sino sobre todo porque es lo que más les conviene a los niños y niñas. Lo contrario, esolarizarles en castellano total o parcialmente, sería discrimianrles de modo negativo, condenarles al gueto. Y eso sería imperdonable. Se ha impuesto el seny, por tanto. Aleluya. En Mequinenza, donde hablan catalán, escuela en castellano. En Santa Coloma, donde hablan castellano... también escuela en catalán. ¿La ley del embudo? Sí: la misma que obliga a decir en TV3 Osca para referirse a Huesca, mientras está prohibido decir Lérida cuando se habla de LLeida.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (51)


La lengua es el asunto más grave en las escuelas de Cataluña. Pero también resulta el más fácil de resolver. Es un falso problema: basta pensar a favor de las personas físicas y no de las esencias patrias para que se esfume.
La lengua no debe ser de los políticos nacionalistas, sino de la sociedad. De la gente. En Cataluña, en nombre de la nación, se le ha robado la lengua a la gente. Con lo cual el catalán es más que nunca lengua de aula (todos los niños y niñas lo aprenden por narices) y cada vez menos lengua de patio: empieza a considerarse con alivio como signo de libertad pasarse al castellano en cuanto el policía lingüístico descuida su fatigosa vigilancia.
Sin embargo, la solución final se perfila en Girona. Allí un profesor de psicología, Josep Maria Serra, se doctoró con una tesis sobre inmersión lingüística en una veintena de escuelas públicas de Cornellà, Santa Coloma de Gramenet, Ciutat Badia, Barcelona (Zona Franca, Nou Barris, Ciuat Vella) y Sant Joan Despí. El ya doctor Serra comparó un grupo de 322 inmersos con otro de 266 que no estudiaban en catalán. Ambos grupos eran de cuarto de primaria (9 años, curso 1994-95), lengua materna castellana y bajo nivel sociocultural.
La inmersión, según el dotor Serra -y al contrario de lo que apuntan estudios anteriores significativamente inéditos-, favorece el aprendizaje escolar general, sobre todo en los infantes con coeficiente intelectual más bajo. Mejoran especialmente en matemáticas, pero también en castellano, "porque -asegura Serra- desarrollan las capacidades del lenguaje que facilitan el aprendizaje de cualquier lengua".
¿Cómo es posible tal milagro? Porque, explica Serra, en la didáctica docente por inmersión "prima el esfuerzo de los maestros por hacerse entender". Cuando la lengua del alumno coincide con la del maestro, "se tiende a pensar que todo lo que se dice en el aula se comprende porque se habla la misma lengua, pese a que por desgracia no siempre es así".
¿Lo captan? La clave del éxito escolar reside en que el maestro utilice una lengua distinta de la que trae el niño. Albricias, pues. Los hipanoamericanos lo tienen fetén: su lengua materna es la misma que la de los catalanes de familia castellana. ¿Y las minorías gambianas o magrebíes? No problem: tanto el castellano como el catalán son desconocidos para ellos y por tanto de validez equivalente para producir los beneficiosos efectos del aprendizaje escolar en lengua extraña.
Sobra solo, en este panorama idílico, el maldito tercio de niños y niñas cuya lengua materna es el catalán. ¿Cómo podrán "desarrollar las capacidades del lenguaje" derivadas de que la lengua del maestro sea distinta de la suya propia, si el maestro emplea, también con ellos, solo el catalán? Se impone, para no discriminar negativamente a esas criaturas, la necesidad de inmergirlas en el castellano cuanto antes. Pero eso ya lo hizo Franco.
Cabría también optar -maestros y maestras son bilingües y mayoritariamente de lengua materna castellana- por que ambas lenguas fueran vehiculares en la enseñanza preescolar y primaria. Pero eso se parecería mucho a la propuesta vidalquadrista y es difícil que el gobierno de CIU, tras haber pactado con el PP, pueda permitírselo sin que le castiguen sus electores. Lástima. Sobre todo por los niños catalanes de lengua catalana.

Nada por la patria. (50)


Según Sebreli, debe desacralizarse y relativizarse el concepto de soberanía territorial y absolutizarse, en cambio, los derechos individuales y la vida humana como lo único sagrado e inalienable. Las condiciones objetivas del mundo actual están en contra de los nacionalismos. Su auge es sólo aparente, lo profundo es la internacionalización. "Aunque se escandalicen las anacrónicas izquierdas", advierte este ilustrado de izquierdas, son los capitales multinacionales -Coca-Cola, Fiat, Bundesbank- los que crean las condiciones materiales para una sociedad mundial. Si las transnacionales no tienen patria, como su propio nombre indica, es suicida que la tengan sus víctimas.
Cuando los nigerianos recogen fresones en el Maresme, los pakistaníes reparten butano por Barcelona y los peones venidos de Casablanca mueren bajo la techumbre del cine Pelayo, daría risa, si no fuese criminal, que en la escuela laven el cerebro de sus hijos con don Pelayo o Guifré el Pilós, Covadonga o Monserrat, la Marcha Real o Els Segadors. Educar para la diversidad significa decir, como aquel viejecillo gordo y simpático llamado Juan XXIII, que es más importante lo que une que lo que separa. Lo que une o separa a las personas una por una, eso sí, por causa de afinidades electivas o aversiones individuales, no por culpa de esas entelequias estúpidas y mortíferas llamadas Iglesia, Nación o Fútbol Club.
Educar, para la diversidad conlleva, por supuesto, ciertas coerciones. Dado que cada persona debe ser tratada como tal y no como integrante de una comunidad u otra, son los derechos concretos de la persona y no los hipotéticos de la comunidad los que deben tener primacía. Del mismo modo que no puede haber crucifijos en las aulas de una escuela pública y las madres subsaharianas de Mataró que extirpan el clítoris de su hija tienen que ir a la cárcel, las niñas musulmanas han de dejar el chador en casa. Etcétera. En cuanto a la lengua... Bueno, este es el asunto más grave en las escuelas de Cataluña.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (49)


Cataluña lleva siglo y medio con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo. Si hoy tiene seis millones de habitantes en lugar de dos y medio, y por tanto puede funcionar como funciona, es gracias a los españoles de Almería u Orense que vinieron en su día a vivir y tarbajar aquí. Si mañana sigue existiendo y prosperando será en buena medida porque aumentará la proporción de catalanes de origen africano, latinoamericano o asiático, hijos de los que ahora están llegando o fruto mestizo del ayuntamiento entre laias y alís. Más vale que aprendan cuanto antes a vivir juntos y además revueltos, pues el único futuro de Europa es la mezcla. Por de pronto, bueno sería que en lugar de preocuparse tanto por la integración y la identidad, las escuelas comenzaran a darse cuenta de que una de sus tareas más úitles sería ayudar a niños y niñas muy distintos entre sí en el diseño de estrategias convivenciales razonables.

Nada por la patria. (48)


Me parece suficientemente claro que el concepto de primera lengua, bien acreditado en la lingüística científica, podría resultar útil para eludir otros, problemáticos o problematizados, como son los de lengua propia, materna o familiar. Por tanto, una mitad muy amplia de los ciudadanos jóvenes de Cataluña tienen como primera lengua el castellano, la otra mitad el catalán. Cataluña, en consecuencia, posee -si es que queremos hablar de lenguas propias- dos lenguas propias. Y la población infantil del país que tiene como lengua propia el castellano y va a las escuelas públicas recibe la enseñanza en una lengua (el catalán) distinta de la suya primera, ya que toda la etapa infantil de la enseñanza pública, desde los tres años, se hace en catalán.
Hemos comprobado que esto es absurdo e innecesario. Absurdo porque la mayoría de los docentes tiene como primera lengua el castellano. Innecesario porque el catalán puede ser aprendido sin someter a los niños castellanohablantes a la inmersión. Ahora bien: según los inmersores, la inemrsión es buena para los niños y niñas castellanos de Cataluña. Solo recibiendo la enseñanza formalizada en una lengua (el catalán) distinta de la suya primera (el castellano) "alcanzarán" en la "segunda" lengua (el catalán) "un buen nivel".
Si esto es cierto, si la inmersión en una segunda lengua es necesaria para aprenderla bien, ¿qué ocurre con los niños y niñas de familia catalanohablante, que también reciben solo en catalán la enseñanza, ya que en las escuelas públicas el castellano no es otra cosa que una asignatura que comienza a los siete años con dos horas semanales? Pues ocurre que esas criaturas no podrán "alcanzar un buen nivel" en castellano, lo cual significará para ellas una desventaja considerable respecto de sus compañeros y compañeras castellanoparlantes de Cataluña: los castellanoparlantes solo una.
Menos mal, empero, que todos los muertos eran de tercera. Esta minusvalía lingüística no afectará a los hijos de familias catalanohablantes ricas. La inmersión solo es obligatoria en las escuelas públicas, y en Cataluña más de la mitad de la enseñanza primaria es privada: a ella acuden los hijos e hijas de catalanes y castellanos económicamente bien dotados. Ya lo dice subliminalmente la publicidad de los colegios de elite: traiga a sus hijos aquí y aprenderán bien castellano, inglés y catalán.
Si prescindimos del nacionalismo y pensamos en las personas, la disyuntiva es bastante sencilla: o bien la inmersión no es un buen método, y en tal caso no hay que sumergir a los castellanohablantes en el catalán; o bien la inmersión es magnífica, y entonces no podemos privar a los niños y niñas catalanohablantes de Cataluña de su derecho a ser sumergidos en la escuela en el castellano.

Nada por la patria. (47)


El "problema principal" es aquí hoy el mismo que allí ayer: la mayoría de las maestras o jardineras son tas castellanohablantes como la mayoría de sus alumnos inmergidos, cosa que (dejando aparte su "competencia limitada" en catalán) convierte el aula en una representación teatral permanente donde maestras y criaturas se ponen el disfraz lingüístico catalán cuando entran en clase y se lo quitan en cuanto salen.
Y todo eso, tan insatisfactorio y tan innecesario, se hace -lo repetiré- porque, aprovechando que el Estatut de Catalunya define el catalán como lengua propia del país, el fundamentalismo nacionalpujolista determina que la lengua "materna" o "familiar" de la mitad de la población no es la "propia", e impone la otra sea cual sea el precio.
Pero ¿qué es eso de la lengua propia? Dado que los sociolingüistas empecinados, que son los que quieren imponer cueste lo que cueste el concepto racista de lengua territorial, utilizan los de lengua materna o familiar según sus conveniencias, parece oportuno aclararlo: la lengua propia es la primera que aprende a hablar una persona. Aumque es más bien infrecuente, algunas pueden tener más de una lengua primera. Por ejemplo, niños o niñas con un progenitor que habla catalán y otro que habla castellano. Sea como sea, lengua propia es razonablemente asimilable a lengua materna, que es una denominación todavía habitual para primera. Y las lenguas maternas solo pueden ser de las personas, ya que los territorios no tienen lengua ni madre. Si nos movemos dentro de los parámetros de la razón, claro está. Si osamos penetrar en los ámbitos del fanatismo nacionalista, entonces todo es posible.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (46)


Cuando esta línea aparece en la pantalla, Eduardo Sotillos dirige y presenta "El ojo crítico", programa cultural -excelente por cierto- de Radio Nacional de España. Sotillos, que aunque procede del falangismo se movió desde la transición en la órbita del PSOE, fue director de la emisora y, entre otras cosas, primer portavoz del gobierno de Felipe González. Ahora RTVE es del PP, ergo Sotillos a cultura, pues un fijo de plantilla viene a ser como un funcionario y el ente no puede echarle tan a la ligera como la universidad se quita de encima al gurú desprotegido LLuís V. Aracil. De todos modos Sotillos es hombre de rara inteligencia y ampia cultura -el cronista ha podido constatarlo personalemnte en un par de ocasiones-, de modo que incluso es posible que sea más feliz entrevistando escritores que cuando farfullaba como portavoz del gobierno. Rosa Conde o Miguel Ángel Rodríguez le han superado como farfulladores -Sotillos había sido y ha vuelto a ser un muy buen locutor-, pero es que es difícil no farfullar cuando uno sabe que le pagan por mentir, mentir, mentir, aun cuando se mienta por convicción o por el superobjetivo stanislavskiano.

Nada por la patria. (45)


El elogio por parte de quienes no piensan como uno, o incluso militan en campo contrario, suscita con frecuencia mayor gratitud que el de quienes se identifican con las propias ideas. Para este cronista fue muy grato oír a Francesc de Carreras, antiguo militante del PSUC más tarde próximo al PSC, enalteciendo los méritos cívicos de Aleix Vidal-Quadras, ex-presidente del PP catalán caído en desgracia por oponerse a la política lingüística nacionalpujoliana. Más delicioso aún fue oír a Vidal-Quadras haciendo la apología entusiasta del muy irreverente juglar Albert Boadella. Del mismo modo, quien esto escribe no pierde nunca ocasión de decir que Quim Monzó, nacionalista radical según parece incurable, escribe la mejor prosa catalana del siglo y acaso de todos los tiempos, puestos Josep Pla y Josep Maria Espinàs fuera de concurso y teniendo en cuenta que uno ha dicho prosa para poder dejar solo en su merecida cumbre al inmarcesible Ausias March, que se tutea con Shakespeare y Dante..
Pues que si quieres arroz, catalina. Nada.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (44)


El nacionalismo español es malo, incluso parece admisible que alguien suelte un exabrupto como que todos los nacionalismos son malos y conducen al fascismo, pues resulta evidente sin necesidad de demostración, es obvio como decía González o axiomático como prefiere Delgado, que el nacionalismo catalán queda excluido de esa malformación común a los demás nacionalismos, dado que el nacionalismo catalán está más allá del bien y del mal, es natural como el sol y la nieve y el fluir del agua y la rueda de las estaciones. Ningún medio digno de tal nombre ha cuestionado que desde que el mundo es mundo, es decir no ya desde Pujol sino desde Torras i Bages y Prat de la Riba o el conde Borrell o el Homo Antecessor de Taltavull, Catalunya es una realidad intangible, anterior a todos nosotros y que enterrará a nuestros más remotos descendientes se llamen Puigdemolins o Campuzano.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (43)


La droga más importante de la triterapia. O la más peligrosa, si se tiene en cuenta que el tema transversal de todo este libro es el periodismo, o por decir mejor la desigual batalla entre el periodismo maquillador de la realiodad y el periodismo escarbador incansable. Los medios presuntamente informativos de Cataluña, o sea el Oasis Mediático más grande de la Galaxia Gutemberg & Marconi-Baird et al., han lavado, con paciencia monserratina y durante más de veinte años, el cerebro de los ciudadanos mediante el uso alternando o simultáneo de varios programas de la lavadora polivalente.
El primer programa, llamado elemental, ha consistido en convertir la Aldea Global del viejo McLuhan en un Aula Global -Agustín García Calvo da en el clavo cuando llama Formativos a los medios-, tratando a todos los catalanes como alumnos menores de edad mental, carne receptora de las mismas sandeces patrióticas que maestros y maestras desparraman por las escuelas e institutos ocultas -cual amarillo colesterol malo agazapado en los solomillos de vaca vieja- bajo denominaciones en apariencia neutras como Ciencias Naturales o Sociales, Lengua, Literatura, Geografía, Historia e incluso, pásmese el forastero, Física o Matemáticas.
El segundo programa de lavado, un poco más enérgico, ha conllevado la edificación de un espacio sagrado, intocable, grande como el Vaticano, alto como Lhassa y Titicaca, blanco como el lienzo metafísico que jamás maculó color ninguno, puro como el parto de una virgen llamada María: el espacio nacional catalán. Se puede decir todo, incluso palabrotas tales como comunista o puta o mariconazo, siempre y cuando todo sea "de Cataluña", a ser posible con el fonema "ñ" transcrito mediante el dígrafo "ny" sea cual fuere el idioma empleado. Todo puede ser discutido, excepto Catalunya. Antes roja que rota. Antes nazi que bilingüe.

Nada por la patria. (42)


Las bases en la medida en que esos partidos tienen algo que así pueda llamarse -solo el PSC (PSC-PSOE) ha logrado mantener unas "bases" con cierta entidad-, son otra cosa. Pero este cronista, acaso porque aún hierve su cráneo privilegiado gracias al duro y estimulante esfuerzo de traducir al catalán el "Discurso de la servidumbre voluntaria" de La Boétie, tiende a pensar que las bases de los partidos ya no cuentan ni a la hora de pegar carteles, tarea que ahora suele llevarse a cabo previa remuneración y no por entrega. Dice La Boétie que el tirano puede hacer su santa voluntad porque tiene a seis que están bajo él y dependen de él, que cada uno de esos seis tiene debajo a otros seis en la misma situación que la suya bajo el tirano, y así sucesivamente. Algo similar piensa éste pobre periodista que ocurre en los partidos, sin que ello implique equiparar a sus secretarios generales o presidentes con el tirano, ni a la sociedad abierta popperiana con la monarquía absoluta, que el dios de los no creyentes le libre de ello.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (41)


Los dirigentes de los partidos catalanes, tanto de izquierdas como de derechas -con excepciones que pueden contarse con el dedo de la mano decía Ovidi Montllor-, suelen ser hijos de ricos, franquistas por convicción o conveniencia los más y nacionalcatólicos catalanes otros. Quienes siendo de distinto origen han logrado alcanzar la cumbre de los partidos son (vuélvase aquí a las excepciones de Ovidi) servidores voluntarios de ls señoritos de siempre, edecanes dóciles del principito, o sea Pujol.

Nada por la patria. (40)


Las maestras y maestros, han constituido en Cataluña, como en todas las naciones desde que las naciones existen así en lo real como en lo virtual, un ejército nacionalizador, en este caso nacionalizador catalán. Nacionalizar a las criaturas quiere decir muchas cosas: embutirles en sus tiernas seseras la colección de leyendas más que menos sanguinarias llamada Historia -así, mayusculizando un grafema que no corresponde a ningún fonema español ni catalán-; enseñarles una geografía donde es más importante saber si Figueras es o no la capital del Berguedà que determinar si París está al norte o al sur de Madrid; y, last but not least, convencerles de que el catalán es la lengua propia de Cataluña y de que si no pierden muchas horas asimilando ese léxico normativo en vías de invención y la dificultosa ortografía que Fabra impuso a pesar suyo (mucho menos sensata que la del español o el italiano y casi tan absurda como la del modelo francés), nunca llegarán a nada en un país donde la lengua fabriana es el emblema, el jamón cinco jotas que las judías y judíos conversos deben llevar prendido en la solapa o el escote como prueba de que su integración es perfecta y su asimilación tan absoluta que ya son en verdad más cristianos que los cristianos viejos.

martes, 22 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (39)


Decir que nadie en Cataluña desea el monolingüismo catalán sería sin duda exagerado. Resulta por completo veraz, en cambio, afirmar que los partidarios de ese monolingüismo son -como los defensores del monolingüismo español o castellano- una ínfima minoría. Lo normal -concepto estadístico, recuérdese: la curva de Gauss, lo que más hay y todo eso-, lo normal estricto en el conjunto de la población catalana es ser bilingüe. Basta escuchar para comprobarlo (parar l´orella se dice ne catalán). Bilingüe y, encima, bilingüista.
Puede que en alguna oscura aldea del Cadí, poblada por viejos vaqueros semianalfabetos que cultivan su acre de tierra avara con aperos arcaicos, quede algún auténtico partidario del monolingüismo catalán, más que nada porque su dominio del español es escuálido y tiene derecho, un derecho qué caramba chomskiano, a exigir que todo se haga en la única lengua en la que puede sentirse de veras competente, en la lengua en la que puede sentirse de veras competente, en la única que le permite no sufrir un complejo de inferioridad añadido a los muchos que ya padece por mor de su nada favorable situación en la geografía, la pirámide socioeconómica y la injusta distribución de bienes culturales.
Esa entrañable reliquia rupestre merece todos los respetos y protecciones, pero -no se olvide que la conurbación barcelonesa, donde las personas de familia "castellana" son las que más abundan, tiene cuatro millones de habitantes, es decir las dos terceras partes de Cataluña- el conjunto de la población catalana lo que quiere es seguir disponiendo de las dos lenguas propias y oficiales del país. Quiere, tan chomskianamente como aquel pobre aldeano del Cadí, ser competente en la lengua que puede hablar con los habitantes de Alcoi, Fraga, Andorra (aunque ahí suelen resultar más útiles el español o el portugués) y Perpignan (donde de todos modos gana de calle el francés), pero quiere también que sus hijos sepan hablar y escribir como cualquier otro nativo el idioma que les permitirá entenderse con aquella cubana ardiente y aquel argentino que según parece hace tan bien el amor pese a Lacan y con algo así como 387 millones de personas más.
¿Cómo, teniendo en cuenta esa realidad palmaria, se ha podido implementar desde el gobierno autónomo la política lingüística más discriminatoria del mundo (recuérdese también: del mundo democrático parlamentario), por más que a esa discriminación flagrante la llamen "positiva"? ¿Cómo se ha podido lograr que los negros votasen a favor de que sus hijos se libraran de la discriminación a cambio de sumergirse durante trece años en lejía hasta ponerse blancos blanquísimos y conservar solo manchas leves y más bien cochambrosas de su negrura originaria? ¿Cómo se ha logrado impedir que miles de castellanohablntes nacidos en Cataluña -la mitad de la población total y dos tercios de la urbana- salieran a la calle exigiendo que sus hijos tuvieran en la escuela los mismos derechos lingüísticos que los hijos de puertorriqueños recién desembarcados en el Bronx neoyorquino?

Nada por la patria. (38)


Se ha recordado mucho, en este vigésimo aniversario mal conmemorado del retorno del president Tarradellas, su "Ja sóc aquí!". Se ha destacado menos la invocación que precedía este triunfal grito autoafirmativo, y sin embargo es a mi juicio lo más importante: "Ciutadans de Catalunya¡" No el "Catalans¡" de Macià, que a fin de cuentas se parecía demasiado al "Españoles¡" de infausto recuerdo que había de seguirle, sino "Ciutadans de Catalunya".
Es decir: una concepción laica, administrativa, adjetiva, legal de la condición de catalán. No tengo empacho ninguno en decir que se la he copiado acaso con cierta abusiva y tendenciosa modificación de su alcance: ser catalán es estar empadronado en algún municipio de Cataluña. Así de sencillo, así de poco metafísico. Si la concepción tarradellista de lo catalán hubiese prosperado, otro gallo nos cantara en este momento.
¿Puede extrañarle a alguien que el homenaje oficial a Tarradellas haya sido tan torticero y mezquino?

lunes, 21 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (37)

Finalizamos la entrevista que Iván Tubau hizo a Tarradellas en 1982.





-Usted, cuando estuvo en el Gobierno catalán durante la República, firmó el decreto de colectivizaciones, que estaba a medio camino, digamos, entre una nacionalización y una sindicalización de los medios productivos.
-Es una de las cosas que estoy más orgulloso de haber hecho. Firmé el decreto de colectivizaciones y el del aborto. Eran cosas que en aquel tiempo había que hacer y estoy muy contento de haberlas hecho. Cataluña fue uno de los primeros países de Europa que tuvo una ley autorizando el aborto.
-Sin embargo, cuando fue usted presidente de la Generalidad catalana tras la muerte de Franco, parece que desautorizó una campaña sobre anticoncepción que la consejería de sanidad de la Generalidad había iniciado.
-Es que aquello se hizo mal: empezaron escandalizando. Hay que saber cuando se pueden decir ciertas cosas y cuándo no. Lo más práctico hubiera sido decir: esto ya se hizo. Pero aquellas buenas señoras quiseron atribuirse la medalla de ir a hacer algo que ya estaba hecho y no actuaron de acuerdo con la consejería. No lo recuerdo con exactitud, porque eso lo llevaba directamente el doctor Espasa, peo creo que esa fue la causa de que se suspendiera la campaña.
-Porque usted, ahora, ¿está contra el aborto?
-No, no, si quieren abortar, que lo hagan: ya le he dicho que yo sigo siendo un liberal. De lo que no soy partidario es de hacer las cosas mal: eso ya es diferente. Yo soy un pragmático de la política, siempre procuro pactar. Cataluña es un pueblo pequeño y necesita pactar.
-¿Con quien sea?
-Con quien sea. Nuestros vecinos son veinticinco o treinta millones y nosotros somos cuatro gatos. Y no tenemos espíritu belicoso, nunca hemos matado a la gente, de modo que nuestra única salida es el pacto. Los castellanos llevan cuatrocientos años gobernando, y nosotros lo único que hacemos es llorar y decir disparates. El arte de gobernar consiste en gobernar, no en gritar cosas que después no podrán cumplirse. Los catalanes siempre perdemos, siempre hemos perdido a través de la historia, porque nos entusiasmamos demasiado, porque no tenemos rigor y creemos que nuestras ilusiones son realidades. Y nos equivocamos, y perdemos, como hemos perdido con la LOAPA: si yo hubiera sido presidente de la Generalidad, no habría habido LOAPA.
-Hablemos un poco de eso. Si vislumbrara la posibilidad de volver a la presidencia...
-No, nada, eso se acabó. Yo siempre cumplo mi palabra. Cuando en el año cincuenta y dos fui elegido presidente, dije que dimitiría cuando hubiese un Parlamento; y lo hice. Cumplí con mi deber y me retiré en el momento oportuno. No tuve ningún conflicto cuando fui presidente; ni con la comunidad castellana, ni con el Gobierno de Madrid, ni con los militares, no con Dios ni su madre. Antes de hacer las cosas, cuando eran difíciles, pactábamos con Madrid. Y Cataluña tenía en toda España una gran autoridad moral que hoy ha perdido, esta es la triste realidad.
"Le diré una cosa a propósito de todo esto: siempre, cuando fui a Madrid, fui convencido de que perdería, de que mi contrario era más inteligente que yo. Pero estos que van a discutir pensando que tienen razón y que ganarían, siempre pierden. No se puede hacer un día de separatista ultra y al siguiente ir a León o donde sea a declarar que somos más españoles que Santiago de Compostela. lo que hay ahora en Cataluña es una especie de dictadura blanca.
-¿Blanca, en qué sentido?
-De todos los funcionarios que han entrado en la Generalidad, a ver si hay alguno que no sea de Convergència. Las dictaduras blancas son más peligrosas que las rojas. La blanca no asesina, ni mata, ni mete a la gente en campos de concentarción, pero se apodera del país, de este país. Un día u otro esto se acabará, supongo. ¿Y qué se verán obligados a hacer los que vengan detrás? Pues tendrán que deshacer lo que estos de ahora han hecho, esta es la realidad.
-Entretanto, usted pretende seguir siendo algo así como la conciencia política de Cataluña.
Yo ya he cumplido con mi deber. La historia dirá si lo he hecho bien o mal. Yo no pretendo dar consejos, porque los catalanes no los escuchan. Pero si usted me pide que hable, no puedo permanecer insensible y calaldo. Cuando las cosas van mal y tengo ocasión de decirlo, creo que mi deber es hacerlo. Nada más.
-Entonces, a sus ochenta y tres años, ¿se considera un jubilado? Con una buena jubilación, por cierto.
-Todo esto, el piso en que trabajo y el de al lado en que vivo, es de la Diputación. Estoy muy agradecido, como estoy agradecido a los catalanes de América que me ayudaron económicamente cuando estaba exiliado en Saint-Martin-le-Beau. Pero solo me jubilaré el día que me muera. Sigo al pie del cañón. Aquí trabajamos seis personas. Recibo a mucha gente, me mandan miles de cartas y las contesto todas, doy conferencias...
-¿La idea de la muerte le preocupa?
-Como a todo el mundo. Pero como para la edad que tengo me encuentro bien, no pienso en ello. Y si trabajo tanto es precisamente porque cuando se llega a esta edad hay que trabajar. Lo malo es no haber nada, porque entonces o piensas en el pasado, o en el dolor de cabeza que tienes: si trabajas no piensas ni en lo uno ni en lo otro.
-Usted siempre se ha cuidado mucho: ni fuma ni bebe.
-La condición principal del político es tener salud: un político con dolor de estóamgo hace disparates.
-Se ha dicho que preparaba usted sus memorias.
-No, quiero demasiado a mi país para hacer mis memorias. Las memorias han de ser sinceras, ¿no? Y a este país nuestro, que es muy joven, no le gusta la sinceridad. Hay que engañarle, y yo no sé engañar. Muchas cosas que otro no diría yo las digo, porque creo que hay que hacerlo. Pero no quiero perder el tiempo escribiendo memorias: a mí el pasado no me interesa, nada, nada. Ya investigaréis vosotros, ya encontraréis mis papeles en Poblet.

Nada por la patria. (36)

Continuamos con la entrevista que Iván Tubau realizó a Tarradellas en 1982.




-También fue usted periodista. ¿Le interesaba el periodismo como arma política?
-El periodismo es la mejor arma que tiene el político. Incluso hoy, aunque ahora el periodismo está en manos de la burguesía. En Cataluña no hay ningún diario independiente, todos estám sometidos a la misma orientación política, aunque algunos lo disimulen. En cambio, en el País Vasco existe un diario como Egin, que es otra cosa, y que me ha sorprendido por lo bien hecho que está. Eso no quiere decir que yo comparta las ideas de ese periódico: yo soy un liberal, uno de los pocos liberales de verdad que todavía quedan en el mundo. Yo no me peleo con nadie, ni siquiera con mi mujer.
-Hablemos un poco, si le parece de su mujer, de su vida privada. ¿Cómo la ha compaginado con la política?
-Solo he conocido una mujer en mi vida, la mía. Hace unos días celebramos nuestros cincuenta y cuatro años de casados. Antes habíamos tenido siete años de relaciones. Si alguna lo hiciera dirían: "Ésa está loca." Le diré una cosa: creo que si he llegado a ser presidente de la Generalidad ha sido, primero, gracias a mi madre, y después, gracias a mi mujer. Sin mi mujer no lo hubiese conseguido. Porque ella se sacrificó por mí. Yo lo he sacrificado todo por la política, empezando por la familia, emepzando por mi mujer, y ella lo ha aguantado todo.
"Lo peor que le puede pasar a un político es no escoger bien a su mujer. Porque las mujeres influyen mucho, son más inteligentes que nosotros. Pero hay que tomar muchas precauciones: si el político encuentra una mujer que lo adula, hará disparates. Si ahora estuviera aquí, mi mujer le dirá que ella no ha influido para nada sobre mí. Pero no se lo crea: una sola mirada te influye. La gente piensa que la influencia de la mujer es que te haga un sermón. No, hombre, no. Si te hace un sermón no lo escuchas. Es solo una mirada, una palabra.
-Su mujer de usted ¿tenía algún parentesco con el presidente?
-No, no, mi mujer es el producto de una época de Cataluña que se ha roto. Su primer apellido es Macià, un apellido bien catalán, y el segundo es Gómez. Su madre era de la Rioja, castellana vieja, pero hablaba catalán como nosotros. Esto fue la gran gloria de Cataluña en aquellos años veinte: por un lado, Macià; por otro Gómez.
-Todo un símbolo de integración.
-Sí, pero aquella comunidad se rompió en el treinta y pico, como se ha vuelto a romper hace pocos meses. La Cataluña de ahora no tiene nada que ver con aquella: ahora a la inmigración la persiguen, entonces no.
-Eso de que la persiguen, ¿cómo habría que entenderlo?
-No les meten en un campo de concentración, evidentemente, pero en Cataluña la política sectaria que hoy se hace, discriminatoria como es evidente, ha hecho que se separasen la comunidad catalana y la no catalana.
-O sea. Usted cree que se hace una política discriminatoria respecto de los inmigrantes.
-Desde mayo del ochenta, sí. Hay una política discriminatoria que no se ve, pero que existe. Y si se quiere enterar vaya un día a Hospitalet, a Sant Joan Despí, a esos lugares, y verá lo que le dicen. ¿Por qué hoy día el noventa y cinco por ciento de no catalanes está en contra? He de decir una cosa, perdone, puede juzgarme como quiera, pero en mis tiempos eso no pasaba. Y no pasaba porque el consejo ejecutivo de la Generalidad era un cosnejo de unidad nacional, un consejo de todos los partidos. Y ahora tenemos un Gobierno monocolor, de un solo partido, que como todos los partidos solos que no tienen mayoría, normalmente cae siempre en el sectarismo.
-Dicen, sin embargo, que la lógica democrática exige, en circunstancias normales, la alternanacia de coaliciones o gobiernos monocolores y no la unidad nacional.
-Eso solo lo dice la derecha. Hay un Gobierno en Madrid, otro en el País Vasco y otro en Cataluña, y los tres están en manos de la gran burguesía. Y los problemas del país, de la inmensa mayoría del país, siguen sin resolver. En toda Europa occidental, cuando acabó la guerra, hubo gobiernos de unión nacional; y por eso Europa pudo rehacerse. Aquí, no sólo no hay gobiernos de unión nacional, sino que los partidos que tienen el poder en la mano no quieren gobierno militar simplemente porque quieren administar el presupuesto solo ellos. El país está en manos e unas oligarquías que hacen su política, la de ellos, no la del país. La gran preocupación de los tres gobiernos que tiene ahora España son las elecciones del ochenta y tres, no los dos millones de parados ni la situación financiera.

(SEGUIRÁ)

domingo, 20 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (35)

Hoy Iván Tubau relata la entrevista que hizo a Tarradellas en 1982.




Recién mordidos los años ochenta ya había dejado atrás los ochenta años, los ochenta kilos de peso, los ciento ochenta centímetros de estatura y la presidencia de la Generalidad de Cataluña. Acaso la historia diga un día que fue un gran hombre este hombre grandote, de cordial andadura levemente simiesca, que hoy por hoy sigue siendo un viejo zorro de la política, un Capricornio sonriente y enérgico cuya agresiva vitalidad poco tiene que ver con la imagen de un anciano retirado de la vida pública. Es, sin embargo, el jubilado que más caro le cuesta al erario público español: cobrará, mientras viva, el mismo sueldo que el presidente de la Generadliad en activo (en este momento, cerca de medio millón de pesetas mensuales). El piso de la vía Augusta, donde se desarrolla la entrevista, lo usufructúa el ex presidente por gentileza de la Diputación barcelonesa, que también ha puesto a su disposición, con carácter vitalicio, la vivenda contigua y media docena de secretarios y secretarias. El honorable, que se jubilará cuando se muera, sigue trabajando al pie del cañón, aunque no escribiendo sus memorias proque "el pasado no me interesa nada".
Al ex presidente, un payés bien educado del Baix Llobregat que ha sabido soportar casi cuarenta años de exilio en la muy normativa Francia, no le gusta el tuteo sistemático, en lo cual coincide con el entrevistador. El tratamiento utilizado por ambos durante la conversación fue, pues, el vós catalán, que a la hora de traducir el diálogo se ha sustituido por usted, dado que el vos español ha devenido ya arcaico y acaso habría introducido cierta artificiosidad impertinente en un discurso del que interesaba transmitir el temple vivaz y polémico que realmente lo caracterizó: Tarradellas se muestra aquí más claro y contundente que nunca, como el lector comprobará.
-Si le parece, podemos empezar hablando de corbatas y faldas. ¿Por qué le molesta que los hombre lleven abierto el cuello de la camisa y las mujeres se pongan pantalones?
-Es una cuestión de orden moral. Este es un país que no tiene tenue. La gente viste mal, muchas veces adrede, porque piensan que queda más de izquierdas. Cuando llegué, el espectáculo era desolador. Acababa prácticamente de tomar posesión como presidente de la Generalidad, cuando entró en mi despacho una secretaria que me traía unos documentos a la firma. Una chica muy mona, muy guapa, muy simpática... con pantalones. Le digo: "Haga el favor de ir a ponerse una falda." "¿Qué quiere decir? ¿Lo dice en serio?" estaba asombrada. "Naturalmente que lo digo en serio." Lo entendió. Volvió al cabo de media hora, con falda.
"Una mujer puede llevar pantalones en su casa (mi mujer siempre los lleva), o un hombre ir sin corbata, pero salir así a la vida pública es contribuir a que el país dé sensación de tronado. He viajado por toda Europa y no he encontrado un sólo país, ni siquiera Rusia, donde la gente vista tan mal como aquí. Y no los pobres, porque son los ricos los que suelen vestir peor. A mí eso no me gusta. A los pocos días de mi llegada, todo el mundo en la Generalidad iba afeitado y bien vestido.
"Cietos maleducados dirán: "Este señor es un reaccionario." No, no. generalmente, los malos modos siempre los tienen los ricos, no los pobres. Los que hablan sin reniegos son muchas veces los que van a las seis de la mañana a la fábrica y en cambio hay un montón de señoritos que creen que hablar mal queda muy progresista, muy avanzado. No soy partidario de eso, pero que todo el mundo haga lo que quiera.
-Usted nunca ha sido un señorito, claro.
-Yo soy hijo de payeses de Cervelló. Mis padres, mis abuelos, todos. Payeses arrendatarios que las pasaban muy negras porque tenían que dar las tres cuartas partes de la viña. A los quince años vine a Barcelona y empecé a trabajar como aprendiz en una tienda de tejidos: un año trabajando sin cobrar ni cinco cémtimos, y al cabo de un año, cinco duros al mes y muy contentos de cobrarlos.
-¿Por entonces ya tenía usted ambiciones políticas?
.Aquel tiempo era muy distinto de ahora. La gente no trabajaba para tener cargos políticos, trabajaba porque creía que Cataluña debía tener su autonomía, nosotros teníamos unos derechos y unos deberes y había que restablecerlos. Toda aquella llamarada trajo primero la República y después el resto. Todo eso ahora no existe. Cuando yo era joven, cuando tenía diecinueve o veinte años, si me hubieran dicho que un día sería concejal de mi pueblo, que eran trescientos habitantes, habría dicho que no podía ser. Ahora todo el mundo tiene cargos: hacen diputados y senadores, ministros y consejeros, a gentes que no se sabe de dónde salen. Las generaciones que hoy tienen la responsabilidad de gobernar el país son unas generaciones frustradas, han fracasado completamente, no han dicho nada.
-Tampoco les dejaron hacer mucho durante el franquismo, ¿no?
-Perdone que se lo diga, pero este no es un buen argumento. La gente creyó que la política era muy fácil, que caería Franco y las cosas empezarían a rodar solas. Había algunas manifestaciones de oposición al régimen, evidentemente, pero las gentes de esa generación que le digo no hicieron sacrifició para llegar a los cargos que tienen.
-¿Cree usted que esto es aplicable a todos? porque hay personas que usted tuvo en su Gobierno cuando era presidente y que habían pasado años en la cárcel durante el franquismo, por ejemplo.
-¿Quién?
-El Guti, sin ir más lejos.
-Sí, sí, de acuerdo. Lo aprecio y lo quiero mucho. Hay otro que también pasó dos años en la cárcel: Pujol. Dos. No sé si llegaríamos a media docena. Pero en este país hay seis millones de habitantes. Lo que pasa es que la gente de este país no quiere saber la verdad, quiere que la sigan engañando. Entonces, claro, yo digo estas cosas y se nefadan conmigo. Y no vaya a ceer que porque digo estas cosas sea pesimista. No, soy optimista. Ahora hay ya gente joven que se pregunta qué pasó y qué puede pasar, porque tiene cierta similitud lo que pasa actualmente con lo que pasó hace cuarenta y cinco o cincuenta años. En esa gente confío.
-¿Se considera usted a la izquierda del Gobierno actual de la Generalidad?
-En esta autonomía de ahora yo no creo, porque no existe, no cuenta con las masas obreras. Yo no he cambiado de ideas desde que me definí como republicano de izquierdas. Son los otros quienes han cambiado. Ya sabe que cuando fui a ver al Rey, lo primero que le dije fue: "majestad, yo he sido, soy y seré siempre republicano." Yo no cambio, yo sigo siendo un payés.

(SEGUIRÁ)

Nada por la patria. (34)


Entiéndase bien. No es que, como en El Periódico -que desde 1998 se publica en los dos idiomas a la vez-, todos los textos sean pasados del catalán al español con ayuda de programas informáticos (en unos pocos casos se lleva a cabo la operación inversa y ciertos periodistas jóvenes como Eva Piquer tienen el prurito y la capacidad de hacer personalmente las dos versiones). Pero no. Se trata de otra cosa. Lo que ha venido ocurriendo con algunas plumas catalanas o no, ilustres por una u otra razón, es que han publicado solo en catalán unos textos cuya versión original española ha permanecido inédita, como las tres páginas candelianas mecanografiadas sobre papel cebolla de las cuales extrajo el narrador el amable párrafo que le ha ofrecido más arriba. y eso no se ha dado solo en el articulismo, sino también en los libros, el teatro y, de manera abrumadora, en los guiones de cine.
De manera que, sin exagerar apenas, podría decirse que el catalán literario actual es mayormente una lengua traducida, una especie de latín que nunca ha tenido existencia real porque en realidad es solo un emblema. Lo que importa es que se publique mucho en catalán, no que se escriba, del mismo modo que lo que parece importarle a los normalizadores es que se proyecten en las salas muchas películas en catalán, aunque todas sean norteamericanos y de Walt Disney, pasadas a esa lengua de nadie que es el doblaje mientras los actores catalanes claustrofóbicos emigran a Madrid o se refugian en los culebrones que dios bendiga.
Por supuesto, hay excepciones en lo que a escritura se refiere. Dejando aparte al maestro Espinàs, que tiene 70 añitos cumplidos y por tanto nació antes de la guerra, dejando aparte también a Lorenzo/Llorenç Gomis, ese milagro de bilingüismo transparente en prosa y verso que anda por los 75, obras tan distintas e incluso opuestas como las de Pere Gimferrer y Quim Monzó evidencian que el catalán sigue siendo una lengua literaria con vigencia plena. Por su parte, este cronista puede asegurar y asegura que siempre ha escrito por sí mismo sus textos en catalán, sometiendo incluso a un marcaje empecinado a los correctroes para que no se los echaran a perder. Pero acaso vaya siendo hora de cerrar el paréntesis y volver a 1982.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (33)


Este fragmento del texto candeliano se publica aquí por primera vez en la lengua en que fue escrito por su autor. Cuando en su día apareció, todo él había sido previamente traducido al catalán, porque eso era lo políticamente correcto y porque así el editor podía cobrar la ayuda (el suport genèric) que concedía la Generalitat a todos los libros publicados en el idioma de Ausias March, ayuda que no recibían, en cambio, los que aparecían en el de Cervantes, tan oficial en Cataluña como el otro.
Candel, como la mayor parte de los escritores catalanes nacidos antes de la democracia, no sabe escribir en catalán, pues el nacionalismo por sí solo no proporciona por arte de magia el dominio de un idioma cuyo código escrito no se ha estudiado y que uno no ha elegido como su lengua literaria o un de ellas. No obstante, el bueno de Paco Candel (como Manuel Vázquez Montalbán, Marcos Ordóñez y ocasionalmente algunos otros) publica artículos en la lengua que él mismo considera como propia del país: es un acto de fe y, en casos como el de Paco, que no tiene más medio de vida que la escritura, ayuda a procurarse los magros garbanzos periodísticos del juntador de palabras profesional.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (32)


¿Creen ustedes que Le Figaro, órgano de la derecha civilizada, define como fascista al partido de Le Pen? No. Lo llama "derecha nacional". Mientras, desde Hondarribia, mi amigo Alfonso Sastre, patriota vasco nacido en Madrid, exalta el patriotismo revolucioanrio de Euskadi y afirma que aborrece el cosmopolitismo. ¿Cuál crees que sería, Alfonso, en un País Vasco gobernado por esos patriotas revolucionarios que tanto te entusiasman, el destino de los negros y los moros que ahora llenan las calles de París y pronto llenarán las de Barcelona y las de tu patria adoptiva? a mí, Alfonso, ya ves, la palabra cosmopolita, ciudadano del mundo, me parece la más bella que inventaron los griegos.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (31)


A algunos siempre nos gustaron los atlas históricos. Eran una confirmación avant la lettre de la frase veraniega que reveló al vencedor del Tour como una mente de claridad envidiable: "Las fronteras que ponen los estados no existen en la realidad." Cualquier atlas histórico ilustra la tesis de Indurain: las naciones -o los estados, es decir las naciones con tanques- son entes fluidos e imprecisos que ayer eran verdes, hoy son azules y mañana pueden ser de color naranja.
Pero no es sólo el color lo que cambia, sino también las dimensiones y las formas: las patrias encogen, se dilatan, pasan de la redondez a la flacura y de la linea recta a la quebrada en virtud de que unos señores matan, otros mueren y al final los supervivientes se sientan en torno a una mesa a retocar perfiles y colores para que los forofos del atlas histórico disfrutemos viendo cómo queda la siguiente página.
Llevábamos mucho tiempo aburriéndonos con Europa. En los años 60 se había movido mucho el mapa de África, después un poco el de Asia, pero Europa permanecía tan impávida como robert Mitchum: la piel de toro, el hexágono, la bota, la gran mancha de Yugoslavia junto a la pequeñita de Albania, la RFA y la RDA, aquella enormidad llamada URSS...
De golpe, los mapas hasta ahora vigentes de Europa se han convertido en las páginas de un periódo ya cerrado del atlas histórico, mientras el número de aficionados a la cartografía política se multiplicaba. Ya sólo sirven los mapas que día a día publican periódicos y revistas, y su nerviosa consulta constituye una orgía visual constante, aunque seguramente no perpetua. La RFA y la RDA han pasado a ser una sola mancha llamada Alemania. Donde estaba la mancha verde llamada Yugoslavia aparecen seis manchas de colores que se llaman Eslovenia, Croacia, Montenegro, Macedonia (cuán bellos nombres), Bosnia-Herzegovina y Serbia. Donde ponía URSS pone Estonia, Letonia, Lituania y así hasta 15.
Pero los más apasionantes son los mapas que además de las nuevas fronteras nacionales incluyen etnias, lenguas, religiones o como diablos se llamen esos otros modos de clasificar al personal. Supongamos que en el mapa de las naciones Serbia está pintada de rojo (a Serbia la suelen pintar de rojo porque es la mala de esta película, Croacia de amarillo y Bosnia-Herzegovina (el nombrectito es más sospechoso que Checoslovaquia) de azul. Muy bien. Hasta aquí la cosa resulta aún aceptable a regañadientes para el amante de los establecido y muy estimulante para los partidarios de multiplicar los colorines reduciendo los tamaños: donde había un color ahora hay seis. Cuando se llega al mapa de las etnias, sin embargo, las manchas rojas desbordan por todas partes las fronteras serbias, invaden aquí y allá el espacio amarillo de los croatas y se reparten con estos y con los musulmanes, que son verdes, todo el territorio de Bosnia-Herzegovina, que como ya sospechábamos no tiene una etnia que pueda ser llamada bósnico-herzegovínica. Serbia, por su parte, tiene una mancha marrón (húngaros) arriba, una verde (musulmanes) a la izquierda, una rosada (albaneses) por la parte de abajo y dos manchitas malva (búlgaros) a la derecha...
Cuando se llega a los porcentajes étnico-lingüísticos ya es el delirio. Estonia tiene un 60% de estonios y un 40% de inmigrantes, en su mayoría de origen ruso. En Letonia, los letones son el 53% y los rusos el 33% (los restantes son bielorrusos, polacos y ucranianos). ¿Qué significará ser ruso en Letonia, ahora que Letonia se ha liberado del yugo ruso disfrazado de socialismo soviético? Deténgase a pensarlo por un momento. ¿Le gustaría ser ruso en Letonia?
Josep Gifreu advertía en AVUI que la independencia de los países bálticos significa (traduzco) "defender y garantizar el futuro de las culturas y lenguas propias, y eso sólo puede hacerse en detrimento de las otras (de la lengua y la cultura rusa en special)". Que no cunda el pánico, sin embargo, porque el gobierno letón "propone una solución -sigo citando a Gifreu- moderada": nacionalisdad única (cada cual deberá elegir entre la letona y la rusa, y los que opten por ésta serán considerados residentes), residencia mínima de cinco años en Letonia "y jurar lealtad al país".
A los más viejos del lugar es seguro que todo esto les recuerda a algo. No me refiero a los certificados de limpieza de sangre, no teman, sólo a la jura -¿podrán los agnósticos decir "prometo"?- de los principios del Glorioso Movimiento Nacional, que se sacó de la manga el Centinela de Occidente.
El mapa de Europa se ha puesto tan divertido como peligroso. Si yo fuera Bertrand Russell volvería a proponer un gobierno mundial en el que los derechos del individuo pasaran por encima de estados, naciones y pueblos, que sólo son manchas modificables en el mapa. Pero no soy un sueñatortillas. Me limitaré a constatar que mientras una persona llamada Alí recién llegada -sin elegir nacionalidad y sin jurar lealtad a ninguna patria- no tenga en Lituania los mismos derechos que una persona llamada Vitautas, este mudno seguirá siendo un lugar tan moralmente indeseable como el imperio soviético.

Nada por la patria. (30)



El coche que nos precede, un Ford Escort, lleva al lado de la matrícula una bandera portada por Snoopy, el famoso perro de Schulz. Es una bandera de franjas horizontales. Los colores son el amarillo y el rojo. Pero las barras rojas no son cuatro sino dos, una arriba y otra abajo. Y barra amarilla hay sólo una, en el centro, de doble altura que las rojas. Se trata, en fin, sin lugar a dudas de la bandera española.
"Mejor nos desviamos en la próxima esquina -dice mi amigo mientras observa a los cuatro ocupantes del vehículo-, porque con los fachas nunca se sabe." "¿Y cómo sabes tú que son los fachas?", me decido a preguntar, aunque adivino la respuesta. "Esa bandera sólo la llevan los fachas", dice mi amigo. "Espera -intervengo de nuevo-, voy a fijarme en si el escudo es el franquista o el constitucional." Pero mi amigo ya ha girado, por supuesto a la izquierda, el Escort se ha perdido de vista y la comprobación es imposible. Tampoco importa mucho. En una enseña diminuta, a primera vista y a cierta distancia, es difícil distinguir las pequeñas diferencias entre un escudo y otro. Lo que salta a la vista es que es la bandera española. Y lo cierto es que, por lo menos en Catalunya, la bandera española en el culo de un coche suele dar más miedo.
Los norteamericanos se ponen las barras y estrellas como uniforme deportivo, los ingleses se desayunan con té y con la bandera inglesa impresa en el tazón, los franceses se atiborran de azul, blanco y rojo hasta la náusea. Cualquiera de esas cosas sería aquí inimaginable, porque la bandera antes llamada rojigualda produce, por lo menos en Catalunya, temor.
Puede que en algunos casos ese temor resulte injustificable, puede que no todos los que llevan la bandera española en Catalunya sean fachas. Pero lo cierto es que esa bandera -con el escudo antiguo, eso sí- es la que venden en el puestecillo de gadgets fascistas de la plaza de Catalunya o en el de Aragón esquina con el paseo de Gracia; lo cierto es que esa bandera -con el escudo antiguo, eso sí- es la que exhiben con aire provocativo los jovencitos fachas en la solapa de la chaqueta o en la pechera de la camisa, es la que ondea en las concentraciones de la ultraderecha.
Tal vez Santiago Carrillo y más tarde Felipe González no sospechaban, al aceptar la bandera roja y amarilla, que esto ocurriría. Pero, por lo menos en Catalunya, esto es lo que ha ocurrido.

Nada por la patria. (29)


Además de haber publicado en 1973 "De Tono a Perich", su primer libro de investigación periodística, hecho con una beca de estudios sociales de la Fundación March que está seguro de haber obtenido porque en el jurado estaba un falangista bueno llamdo Julio Manegat, el cronista tuvo el triste honor de escribir el último texto sobre Perich con Perich vivo: el cartoncillo de la que ni uno ni otro suponían que iba a ser la última exposición del humorista, en el Col-legi de Periodistes de Catalunya.
-Me gustaría -decía Perich- que pudieras decir que soy de los pocos dibujantes españoles que han seguido padeciendo la censura franquista una vez muerto Franco. De cada cuatro chistes uno me lo ocmo con patatas y a dos no los reconoce ni su padre, que soy yo. Es cansadísimo. Pero claro, Pastecca, eso no lo puedes decir en el texto de la exposición, porque a ti te pasa lo mismo y aunque a mí se me da una higa que te juegues tus garbanzos me jodería la hostia que te jugaras los míos.
El textero trató de decirlo, pero de modo tan sibilino que no se enteró nadie. ¿Cómo escribir un texto diciendo cosas que entiendan los lectores sin que las entiendan el censor o el aludido? Aunque parezca mentira, esa cuadratura del círculo la intentaron una vez y otra, durante el franquismo de Francisco Franco, un número indeterminado pero abundante de escritores, periodistas y dibujantes. Algunos dicen que alguna vez lo lograron. Pero es probable que tomen sus deseos por realidades.

martes, 15 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (28)


De todos modos, la extensión del artículo principal en el periódico le permitió al cronista un estilo más demorado que la brevedad de la columna imposibilitaba. Además, tenía ganas de volver a escribir también en castellano y mostrar que el nacionalismo español era tan indeseable como el catalán o el letón. Y de preconizar el mestizaje, el bilingüismo, el cosmopolitismo y todas esas cosas que los nazis, los fascistas, los nacionalistas todos, los estalinistas y los suqueropujolistas que cierran cantando Els Segadors los mítines presuntamente comunistas aborrecen tanto si lo dicen como si no, y si no es que son tontos, servidores voluntarios o inconscientes de los ricos de siempre y la sangre eterna de Guifré el Pilós, ya ustedes saben.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (27)


Después habla Ángela Diest, presidenta de Cadeca, o sea de "las madres de Vila-seca y Salou". Habla con dulzura, tiene una belleza un poco astillada y germánica y se percibe, pese a su esfuerzo por domeñarla, que la honda ira que la posee se parece a la de los justos:
-Nosotros pedimos que se abran líneas de enseñanza en castellano como los hijos de quienes hablan catalán pueden estudiar en su lengua materna. Que nuestros hijos puedan conocer el catalán, pero cuando quieran, si quieren, y en la medida que quieran. Nosotros queremos decir basta ya, queremos tener para nosotros lo que en su día pedimos para los catalanohablantes: que se nos respete nuestra lengua. Claro que tenemos miedo, claro que yo tengo miedo: por mi trabajo, por mi familia, por mis hijos. Pero si renunciamos a nuestra dignidad, ¿qué clase de sociedad vamos a dejar que creen para nuestros hijos? Si no cedemos ante el chantaje y el miedo, cada día seremos más. Si la causa es justa, se acaba ganando, si uno no se muere antes. Por eso quiero cerrar esto rindiendo un homenaje a Miguel Sánchez Mazas, recientemente fallecido en San Sebastián, que como pocos se atrevió a denunciar la discriminación de los castellanos en Cataluña. Sin miedo. En castellano también, por favor.

Nada por la patria. (26)


El primer converso fue el homo habilis. Converso es el que lleva hasta sus últimas consecuencias la capacidad de adaptación y cambia de pelaje o pluma según lo exija el pesebre. Los judíos se hacían con certificados de limpieza de sangre y colgaban un jamón a la puerta de su casa para demostrar que, puesto que comían cerdo, ya eran cristianos. Los conversos van en el vagón de primera clase del tren y los otros vamos en tercera. Luego, si el tren descarrila, los periodistas podrán decir que por suerte todos los muertos eran de tercera. Los de primera son los normalizados, los integrados. Los otros, los no integrados, somos desarraigados, fachas, españolistas o simplemente españoles. Integrarse requiere tener el carnet del Barça y cantar Els Segadors. Si no lo hacemos, ya se encargarán nuestros hijos, convertidos en comisarios políticos por los maestros, como aquellos niños de Bertolt Brecht que espiaban a sus padres judíos por cuenta del partido nazi, de obligarnos a hacer lo que hay que hacer. Ya se encargarán de dcirnos que no se dice "bucadillu de ques" sino "entrepà de formatge". Y aunque sigan llevando nuestros malditos apellidos, nuestros Díaz y Fernández y Álvarez, ya se encargarán de ponerles a sus propios hijos -nuestros nietos- Jordi y Josep Maria y Antoni para que quede claro que son catalanes como Dios manda: Jordi Fernández, Josep Maria Díaz. ¿Antonio Álvarez? ¿Cómo Antonio Álvarez? Querrás decir Antoni...

domingo, 13 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (25)


Las cosas han cambiado en unos cuantos años. A peor, por supuesto. Pero en lo que a la política lingúística se refiere, lo peor no es que se haya promulgado la ley en 1983, lo peor es lo que se hace sin que ninguna ley lo diga, porque la de 1983 no habla para nada de inmersión y la inmersión ya ha anegado a toda la enseñanza pública primaria, y sigue subiendo. A los 7 años, los niños hacen una hora semanal de castelanno. Una hora. Todas las demás, inmersión en el catalán. Si la inmersión era mala, como decían ellos cuando Franco la hacía en castellano, no tiene que aplicarse. Si se ha vuelto buena gracias a los dioses quebequeses, es una injusticia para los niños de lengua materna catalana. Lo cierto es que no costaría nada alternar catalán y castellano en las clases: el 93% de los estudiantes de pedagogía de Bellaterra, de los futuros maestros y maestras por tanto, son de familia castellanohablante. Gracias a Aina Moll, y no lo digocon ironía, ya no hay monolingües castellanos en la enseñanza de Cataluña.

Nada por la patria. (24)


El nacionalismo es un crimen, porque edifica muros entre el hombre y la humanidad, entre las personas y el mundo. No hay nacionalismo bueno: serbio, croata, bosnio, musulmán, argelino, estadounidense, español, sudafricano, europeo, asturiano, católico, protestante, judío, islámico, todos, todos son criminales. Casi toda la sangre que se vierte ahora mismo en el mundo se vierte en nombre de las naciones o de las Iglesias, que viene a ser lo mismo. Ya no hay muro en Berlín, pero hay muros donde no los había: entre Eslovenia y Herzegovina, entre Chequia y Eslovaquia, entre Letonia y Estonia, entre rusófonos de Estonia y estonófonos de Estonia.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (23)


No basta con la democracia, debemos exigir un auténtico Estado de derecho. Adolf Hitler fue elegido. Jordi Pujol utiliza la democracia para imponer el monolingüismo. Los maestros, sumisos, ejecutan. La tolerancia es el único modo de defenderse de los dogmas. Se trata de no tolerar el abuso. Como dice Savater, la tolerancia no es pasiva, no es un "laissez faire".

viernes, 11 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (22)


Poco a poco más gente empieza a perder el miedo. Antonio Gala protesta porque en Barcelona no hay teatro en castellano. Albert Boadella advierte que el pujolismo es un virus que amenaza con infectar toda la sociedad catalana. Anguita acusa a Pujol de utilizar la patria, como Franco, para ocultar sus vergënzas. Francesc de Carreras denucnia la manipulación de la historia que está llevando a cabo el nacionalismo. Francico Ayala teme que se esté queriendo expulsar el español de Cataluña. Eugenio Trías afirma que en el nacionalismo catalán, como en todos los de sus características, anidan deseos proundos de limpieza lingüística. Incluso Manuel Vázquez Montalbán reconoce "al fin" la mala fe del sector integrista del catalanismo, que trabaja denodadamente por imponer el monolingüismo. Más nombres van saliendo. Fernando Savater, Jesús Mosterín, Luis Racionero, Juan Marsé, Miguel Sánchez Mazas... No era fácil ya decidirse, afortunadamente, a la hora de dar nuestro primer premio a la tolerancia...

Nada por la patria. (21)


El siguiente episodio de la sucinta selección que aquí se efectúa nos lleva a abril, el mes más cruel de 1995. La Tolerancia imprime 4.000 octavillas con el eslogan "En castellano también, por favor" y un texto reivindicativo.
Dado que una nación se construye concediendo derecho de voto a los muertos, como en su día descubriera el entrañable católico romano aunque inglés Chesterton, el nacionalismo catalán, al igual que los demás nacionalismos, es muy conmemoracionista. En abril de 1995 se dispone a conmemorar el 25 aniversario del Price dels Poetes, acto franquista de reivindicación lingüística en el que unos cuantos ilustres poetas en lengua catalana, de Pere Quart a Gabriel Ferrater, salieron a leer sus versos o a decirlos de memoria (pero más bien mal en lo que a Ferrater se refiere) ante un público enfervorizado reunido para la ocasión en el Price, local ya desaparecido cuyo uso habitual no era acoger recitales de poesía sino combates de boxeo y lucha libre.
El acto conmemorativo, en cambio, se celebra en el Palau de la Música catalana, que suena algo así como Ministerio de Cultura Española pero es una espléndida joya de la pastelería arquitectónica modernista, dicho sea todo ello con el debido respeto por el Modernismo, la arquitectura y la noble tradición monumentalista de la pastelería bareclonesa.
"Queríamos obligar a los nacionalistas -recuerdan los tolerantes- a mirarse en el espejo de la historia, para que se dieran cuenta de que estaban practicando ahora la misma intolerancia contra el castellano que Franco había practicado contra el catalán y que ellos habían criticado en el acto de 25 años antes."
habían reservado 23 entradas de anfiteatro -formaban por lo visto parte de la muy minoritaria secta de los superticiosos del 23- y se dispusieron a escuchar música y canciones. Según habían planeado, cuando salieron al escenario los cantautores Xavier Ribalta y Paco Ibáñez, los 23 se levantaron y, en silencio, lanzaron las octavillas sobre la platea. Sus consignas eran estrictas: no interrumpir el acto, no increpar a nadie, no decir nada y no responder a los insultos si los había. La octavilla incluía una estrofa de Gabriel Celaya, vasco, comunista y uno de los padres fundadores de aquella poesía social que en los oscuros años cincuenta recitaban de memoria los estudiantes antifranquistas en los colegios mayores del Régimen.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando fondo.


Así lo cuentan los tolerantes: "Buena parte de los espectadores, nacionalcatalanistas hasta el tuétano, se levantaron como fieras, con ademanes violentos y todo el arsenal de insultos ideológicos al uso. En un momento, cientos de personas bien vestidas, de aspecto respetable y muy democráticas, se convirtieron en verdaderas alimañas contra los 23 asustados miembros de la Asociación por la Tolerancia. Algunos sufrieron empujones, otros debieron abandonar el teatro y uno de ellos fue agredido brutalmente".

Nada por la patria. (20)


Dos días después del atentado contra García es el 11 de septiembre. No el veintiún aniversario de la fecha infausta en que la democracia chilena fue asesinada por Pinochet, no, sino el "Onze de Setembre", conmemoración de no se sabe bien qué presunta derrota de una presunta Cataluña en un oscuro conflicto internacional de hace casi tres siglos: la fiesta nacional de Catalunya, la Diada. En el Parlament se lleva a cabo cada año la celebración institucional de la cosa. Veintitrés activistas de la Tolerancia, acompañados por militantes de Cadeca, penetran en el lugar dispuestos a montar una protesta lo más espectacular posible por la "agresión fascista" a Asunción García. Agentes de paisano -como pertenecen a la policía autonómica los llaman Mossos d´Esquadra-, mezclados entre el público, despojan a los tolerantes de grabadoras y cámaras fotográficas. Los tolerantes y las madres de Salou se sientan en el hemiciclo. Los conminan a salir, pese a que el acto es público. Se niegan. El dispositivo policial -"impresionante" según ellos- los desaloja a la fuerza. La aventura ha durado 35 minutos. ¿Cómo se pudo enterar la policía de que se preparaba esa acción? "La decisión de acudir se había cerrado la noche anterior por teléfono", manifiestan los tolerantes. No dicen nada más, pero esperan que el lector piense: la policía, cualquier policía, pincha teléfonos.
La prensa, con la única excepción de Abc, no dijo ni pío.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (19)


Seguimos en 1994. El 9 de septiembre, en Vila-seca, dos individuos entran en la consulta médica de la vicepresidenta de Cadeca (Coordinadora de afectados en Defensa de la Lengua Castellana), Asunción García, probablemente la primera persona que -en mayo de 1993- osó poner en marcha un movimiento más o menos organizado para impedir que a sus hijos y a los demás niños y niñas castellanos de Cataluña los sumergieran a la fuerza en el monolingüismo catalán escolar. Es sin duda un acto de decisión y valentía que ya nadie podrá borrar de la historia de Cataluña, de la historia de España, y a Cadeca se la llama también, con cariño o desprecio, según, "las madres de Salou".
Los dos individuos le dicen a Asunción García que el padre de uno de ellos ha sufrido un ataque cardíaco y necesita ser atendido. Ella coge su coche y los toma en él. La conminan a ir hacia un descampado, le pegan una paliza y le incendian el vehículo. Esta es la versión de la víctima, asumida por la Tolerancia. Voltas la pone insidiosamente en duda: "Sea como fuere, el episodio de la agresión a Asunción García no es una anécdota. No lo es si realmente la apalearon por motivos políticos. Tampoco lo es si fue un montaje o una jugada oportunista. Y lo es menos aún si es cierto que la Guardia Civil sabe la verdad pero prefiere no destaparla."

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (18)


Porque el fascismo democrático no son Ezra Pound ni Drieu la Rochelle ni Rafael Sánchez-Mazas ni Dionisio Ridruejo ni Louis Ferdinad Céline ni Ernst Jünger ni Marinetti el futurista u Obiols el pasadista. Ni siquiera Eugeni d´Ors, cuyo fascismo catalán era bueno y pasó a ser malo sin cambiar un ápice salvo el idioma cuando se hizo español, o J.V. Foix, el imperialista catalán militarista que en la posguerra franquista hacía pasteles para los ricos de Sarrià con la harina del cupo del racionamiento para el pan de los pobres. Ni los cabezas rapadas, al fin y a la postre una caricatura sangrienta pero controlable. El fascismo no es una ideología sino un comportamiento, un modo de actuar. El fascismo democrático, el que llevó al poder a Chávez como a Pujol y a este como a Hitler, es lo que Voltas llama supra "la opinión general", la gente corriente adecuadamente "orientada" por los medios de comunicación, es decir de formación y no de información. El fascismo son los votantes de color gris que no han leído "El guardián entre el centeno" ni han mirado desnudos de Matisse pero forman las mayorías parlamentarias y permiten a los normalizadores -en Pleasantville el fascismo se quita con sexo y en Cataluña los normalizadores suelen tener cara de mal follados- sublimar sus represiones (tales personajes se merecen un freudazo) implementando la presunta aberración inmersora.

Nada por la patria. (17)


A finales de 1992, "Extranjeros en su país" se presentaba en el Centre Cívic de la Verneda, una suburbia bastante patética repleta de inmigrantes e hijos de inmigrantes, un barrio que cruzan anchas vías de circulación rápida por las cuales los automóviles van de Barcelona a Sant Adrià y Badalona en el menor tiempo posible. Un barrio en muchas de cuyas casas las puertas tienen una altura de metro ochenta, como si los constructores, los de las aluminosis y el todo vale, hubiesen tenido claro que los andaluces pobres nunca alcanzarían una estatura que les permitiera partirse el cráneo con el marco.
Según afirma Robles, él mismo y otros dos profesores habían cursado invitación por correo a casi todos los institutos, escuelas y universidades de Cataluña, y a algunos grupos y personas susceptibles a su parecer de simpatizar con la causa. Entre esas personas estaba el narrador, que ahora confiesa avergonzado -porque a su juicio peor sería no confesarlo- que dejó de ir por miedo. Lo cual resulta menos perdonable aún teniendo en cuenta que por entonces hacía la crítica de libros en La Vanguardia. ¿Miedo a qué? No lo sabe muy bien. Miedo. ¿Miedo a encontrarse con un hatajo de fachas? ¿Miedo a que un comando de independentistas apalease a la concurrencia? ¿Miedo a las represalisas de los jerifaltes de su universidad si se sabía que había ido? es casi seguro que todos esos miedos eran exagerados, y así se le antojarán al lector sensato. Pero el meido casi nunca es sensato, y eso eran los miedos de casi todo el mundo, entonces, en relación con estos asuntos. "Mejor no meneallo" era la consigna, una consigna tan implacable que ni siquiera se formulaba como tal casi nunca.

martes, 8 de septiembre de 2009

Nada por la patria. (16)


Y ahí lo mejor será oír un poco de lo que decía la entonces redactora y presentadora de Sant Cugat Mercè Remolí:
-Ya no era solo el terreno estrictamente lingüístico, sino que pasaban a la noticia en sí misma. Muchas veces incluso le cambiaban el sentido, o la intensidad de lo que querías decir, y ahí era donde colisionábamos. Y no es que yo haya sido una excepción. Todos los compañeros, en algún momento -excepto los muy, muy disciplinados- han tenido alguna trifulca importante con los correctores por cosas de esas, porque a veces desbordaban sus funciones para entrar en unos terrenos que no les correspondían.
-Esto coincide con lo que me han comentado otros periodistas, sobre todo de Sant Cugat: que hay correctores que actúan como comisarios políticos, que hacen modificaciones de carácter ideológico.
-Es cierto. Rotundamente. Cuando cambian España por Estado español, por ejemplo, o Santiago de Compostela por Sant Jaume de Galícia, o "terroristas" por "organización armada", cuando hay calificativos que ellos no aceptan de buen grado y te ponen otros... Y eso yo lo recibía muy mal, porque sencillamente no lo acepto.
Así, pasito a pasito, casi sin enterarse y ayudados fraternalmente por los misioneros capuchinos de fe inasequible al desaliento y empecinado amor a la patria, con cebolla, los periodistas catalanes iban construyendo una nación virtual, una Catalunya destinada a sustituir a España sin que España se diese cuenta. Una nación virtual sin los inconvenientes de tener Estado propio pero con las ventajas de pertenecer a un Estado ajeno opresor, al cual se podían achacar siempre todos los males que aquejaban a la nación virtual.