martes, 6 de octubre de 2009

Nada por la patria. (60)

Seguimos con el discurso que Iván Tubau dedicó a Lluís V. Aracil.




Y eso no quiere decir y tú lo sabes porque es difícil saber algo que tú no sepas, que hay charnegos reconvertidos en almogávares, sigo traduciendo a Royo y cito siempre mis fuentes salvo que resulten demasiado obvias, incluso en Terra Lliure, estupendo nombre para ese grupo de criminales gilipollas pues no necesito explicarte que no hay tierras libres al igual que no hay lenguas que broten de la tierra como brotan los tomates, porque solo las personas pueden ser libres y solo las personas tienen lengua, hijos de padres almerienses o murcianos que como los chicos de Jarrai queman banderas españolas creyendo que queman la parte de sí mismos donde está la mancha de su origen impresentable. Y por más que Royo se lo diga nunca sabrán que ser castellanos en Cataluña no es ningún defecto y ser catalán ninguna gloria, ni ser español ni vasco ni andaluz ni moro, porque a nadie le sobra ni le falta nada en esa tontería mortífera del invento nacional, pero a ellos les han lavado el cerebro en las ikastolas y las tevetreses y piensan en realidad no piensan porque no piensa quien cree, que catalán quiere decir algo distinto de español o cafre argentino. Pues eso, que no solo da lo mismo llamarse Pérez o Martínez que Maragall o Borrell, que eso ya lo admiten las autoridades competentes porque si no se quedarían más solas que la una, sino que todos los árboles genealógicos son un invento de los ricos para que los pobres sigan siendo pobres, y que el abuelo de Maragall era un poeta mediocre que escribía versos absolutamente execrables porque era un poeta nacional y casi todos los poetas nacionales y los músicos nacionalistas, ya sabes, Sibelius y toda esa gente de la miteleuropea y las escandinavias, son poetas y músicos execrables, porque la música y la poesía solo admiten el adjetivo nacional dejando de ser música y poesía del mismo modo que la fe excluye la razón líquida la fe y a nadie se le ha ocurrido hablar de matemáticos nacionales o decir que Einstein era un físico nacional. Y el antepasado de Borrell, que era el segundo porque este es el primero, era un señor que se puso de acuerdo con otro para cobrar un peaje a quienes pasaban por su territorio y entonces esos van y dicen que así nació la nación nacional y nacionalista y nacionalitaria catalana hace mil diecisiete años. Y tú dices que aprendiste a hablar catalán o valenciano o llámalo como quieras para hablar con una criada de Almenara que tenía tu familia, y mi abuela, que ahora tendría ciento veinte años porque me llevaba sesenta, aprendió castellano o español o llámalo como quieras con las miñonas que llegaban desde Valladolid o Salamanca hasta Sant Joan de les Abadesses donde su padre, o sea mi bisabuelo paterno, era el dueño de la aserradora y del balneario de La Puda y de la tienda más grande del pueblo y de la sucursal de no sé qué banco, o sea un burgués como dirían los marxistas clásicos y no un noble arruinado entre las ruinas de su inteligencia como mi abuelo su futuro marido, que era descendiente de condes o barones o caballeros o ciudadanos honrados de Barcelona desde el siglo doce o dieciseís y no tenía un duro y se metió de mecánico en los ferrocarrile del Norte pero decía de porc i de senyor se n´ha de venir de mena y no se ganan se heredan elegancia y blasón y no te cases con una castellana chico.

(SEGUIRÁ)

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