miércoles, 14 de octubre de 2009

En Cataluña nunca pasa nada


Miquel Porta Perales en ABC


A un observador que llegara a Cataluña le sorprendería la facilidad con que la política catalana engulle la realidad para, a renglón seguido, concluir que aquí no pasa nada. Nuestro observador no entendería nada y se preguntaría cómo es posible que, en un lugar en donde pasan tantas cosas, figura que no pasa nada. Confieso que a mi también me cuesta entender que no ocurra nada. Si pienso en los informes encargados por la Generalitat, no entiendo por qué se pidieron, por qué algunos aparecen sin firma, por qué otros se encomendaron después de ser recibidos, por qué se pagó lo que se pagó y por qué no fueron realizados por funcionarios del departamento correspondiente.
Lo curioso del caso es que el consejero responsable de dilucidar el asunto -que acepta que muchos de esos informe son inútiles y caros- tampoco entiende nada. Lo curioso del caso es que, al finalizar la sesión de la comisión de control correspondiente, los diputados salieran de la sala sonriendo y dándose palmadas en la espalda como si aquí no pasara nada. Y como aquí no pasa nada, como aquí todo sigue igual pase lo que pase, no se constituye ninguna comisión de investigación y al día siguiente se conoce un informe en que se hace una lista de periodistas desafectos.
Si dejo los informes y me detengo en el espionaje a posibles candidatos a la presidencia del Barça, ¿qué es lo que pasa? Lo han adivinado: nada. Resulta que no se trata de un caso de espionaje, sino de «auditorías de seguridad». Una minucia. Nada. Y tampoco pasa nada por el hecho de que sólo se espíe -perdón, «audite»- a los candidatos que no gozan de la preferencia del señor presidente del Barça. Y tampoco pasa nada al comprobarse que la auditoría se hace a espaldas de los auditados. ¿Por qué los propios auditados no protestan ni denuncian la intromisión en su vida privada y profesional? A ver, ¿por qué iban a hacerlo si aquí no pasa nada? Otra pregunta: ¿por qué nadie dimite? Porque, no pasa nada. A lo sumo, lo que pasa -dicen- es que alguien quiere desprestigiar al club y a su presidente independentista. En fin, un ataque en toda regla a Cataluña. Me temo que el Barça sigue siendo más que un club.
En el llamado «caso Millet» ocurre algo parecido. Si escarbo en el asunto -hechos, declaraciones, reacciones y valoraciones- concluyo que sólo ha pasado una cosa. Lo sabido: Félix Millet se agenció un dinero ajeno. ¿Ha pasado algo más? Al parecer, como decía antes, minucias. Es cierto que se reconoce la falta de control, que han desaparecido papeles, que algún personaje ha declarado -para después callar- que el autoinculpado actuaba como intermediario de no se sabe quién y que hay subvenciones dudosas. Pero, además de eso, nada de nada. ¿Quiénes se han beneficiado de la estafa? ¿Los silencios? ¿Las complicidades? ¿Las responsabilidades políticas? En Cataluña nunca pasa nada. Pero, se entiende todo.

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