viernes, 13 de noviembre de 2009
Mejoras
Ángel de la Fuente en El Periódico de Catalunya
Termino, al menos por el momento, mis comentarios sobre el nuevo sistema de financiación regional reseñando los aspectos más positivos del nuevo acuerdo. El primero es que la distribución de los nuevos recursos que el Estado inyectará en el sistema, aun no siendo la ideal, mejorará significativamente la equidad del reparto de la financiación entre comunidades autónomas. Si damos por bueno el cálculo de las necesidades de gasto regional que introduce el nuevo sistema en base a los principales determinantes del coste de los servicios de titularidad autonómica (que, en términos generales es muy razonable), lo más equitativo sería que la financiación por unidad de necesidad fuese la misma en todas las regiones. No se llega a tanto (aunque se podría, al mismo coste y sin que nadie pierda en relación al sistema antiguo), pero se avanza bastante en esa dirección.
Según mis cálculos, la dispersión de la financiación por unidad de necesidad en el 2009 será inferior en un tercio con el nuevo sistema de lo que lo habría sido con el antiguo, lo que no es moco de pavo dada la enorme inercia del sistema.
El segundo es que la creación del Fondo de Garantía introduce en el nuevo modelo un mecanismo de reparto de riesgos que permite a las comunidades autónomas asegurarse mutuamente contra posibles shocks que puedan afectar negativamente a sus ingresos o a sus necesidades de gasto.
A diferencia de lo que ocurría en el modelo anterior, en el nuevo un 75% de los ingresos tributarios autonómicos, aumentados con una aportación del Estado, van a una cesta común que se reparte cada año en proporción a las necesidades de gasto. Es cierto que hay otros elementos del sistema que alejan la asignación inicial de la igualdad que sería óptima. Pero al menos la cosa debería funcionar bien en el margen. Por ejemplo, una comunidad cuyos ingresos tributarios crezcan por debajo de la media verá reducido a una cuarta parte la magnitud del problema. De esta forma, resultará mucho menos probable que la brecha entre necesidades de gasto y financiación se amplíe dramáticamente con el paso del tiempo, como ha sucedido en algunos casos con el sistema actual.
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