jueves, 19 de noviembre de 2009

El catalán, ¿es una causa reaccionaria?


Jesús Royo en La Voz Libre.


Hace veinte años, la lucha por el catalán era una causa progresista, ya que servía para romper los guetos del cinturón industrial. El catalán había sido objeto de la represión franquista y eso hacía que se lo valorara positivamente.

Era aún 'la lengua del pueblo' y era posible entenderla como 'la lengua del reencuentro'. Yo mismo me sumé a esa lucha y si ahora soy catedrático de catalán es por aquel valor de progreso social que representaba.

Pero ahora las cosas se han invertido espectacularmente. Ni rastro de la anterior persecución. El catalán ahora es una lengua subvencionada, primada socialmente, con una legitimidad total y exclusiva, con una impunidad intelectual absoluta. En estos veinte años se han escrito en catalán quizá diez veces más páginas que en toda su historia anterior.

Ya no se le puede considerar 'la lengua del pueblo', porque el pueblo catalán habla mayoritariamente en castellano. No es la lengua del mercado, pero es, eso sí, la lengua de las actividades normativas: escuela, iglesia, poder político. Y en buena parte, es la lengua del éxito social: como mínimo, para los ciudadanos de las capas bajas... ¿Es posible que el catalán ahora se haya vuelto socialmente regresivo? ¿Es posible que el lugar de la 'lengua del imperio' -grito que se usaba para hacer callar a la gente- lo ocupe ahora la 'lengua nacional' con una función similar?

Personalmente, he llegado a la dolorosa conclusión de que en el momento actual, el combate por la lengua catalana es reaccionario. Solo la inercia de las percepciones anteriores hace que nos resistamos a admitirlo. El catalán funciona ahora como la ideología oficial del país, y encubre la división entre los que mandan y los que son mandados. O sea, tal como decíamos antes: el capital y el trabajo.

Me hago cruces pensando que esta exclusión del castellano se produce porque es la lengua de los pobres. Si fuese la lengua de los ricos, la lengua de prestigio, todo el mundo la reclamaría. Mejor dicho, todo el mundo la reclamaba cuando lo era. Hablo del siglo XVI al XIX. Y seguramente, los que ahora somos bilingüistas estaríamos pidiendo el catalán en la escuela, como hace treinta años...

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