lunes, 31 de agosto de 2009
Nada por la patria. (8)
En Barcelona, lejos ya Benasque y el amor, el periodista, que por entonces ejercía como crítico de libros en La Vanguardia, se dedicó infructuosamente a buscar "Extranjeros en su país" por las librerías. Ninguna lo tenía. En Abacus, cooperativa vinculada a la organización de enseñantes socionacionalista -neologismo obligado porque si no sería nacionalsocialista- Rosa Sensat, donde vendían los libros con descuento, un dependiente le dijo con gran firmeza al interfecto (que lo traduce del catalán):
-Aquí eso no lo tenemos, ni lo queremos tener.
-¿Por qué? -preguntó el periodista con la dosis precisa de ingenuidad ficticia que se requiere para extraer algo más que un pinzamiento de labios de los siempre desconfiados nacionalistas catalanes sensateros (que no sensatos).
-A nuestro público no le interesan ess cosas.
¿Cómo podía aquel dependiente saber qué cosa era un libro que no había visto jamás, del cual no se había publicado recensión ninguna, que nadie había comentado en público? Los misterios del nacionalismo son insondables, pero sus boicoteos eficacísimos. ¿Cómo podía no interesar al público de una cooperativa de educadores catalanes una obra cuyo tema eran los problemas de los educadores en Cataluña?
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