martes, 25 de agosto de 2009

Nada por la patria

A partir de hoy o iré dejando retazos del libro "Nada por la patria", escrito por Iván Tubau, en 1999.



¿Qué es la inmersión lingüística? Que los niños de lengua materna castellana que van a las escuelas públicas de Cataluña sean educados, desde preescolar hasta segundo de EGB, solo en catalán. Acaso algún lector se esté preguntando ya: ¿Cómo ocurría antes con los niños de lengua materna catalana, que cuando íbamos a la escuela solo encontrábamos castellano? La respuesta es sí, por eso se llama inmersión.
¿Pero no decía Alexandre Galí, el gran pedagogo catalán, que la lengua de la escuela tiene que ser la materna del niño, pues solo el vínculo natural establecido por el idioma materno permite que la "subida" de las palabras se corresponda con la de las "ideas"? La respuesta, de nuevo, es sí. Y tanto el congreso de educadores celebrado en Luxemburgo en 1928 como la declaración de la UNESCO de 1951 consideraron que el aprendizaje en una lengua diferente de la materna es perjudicial para el niño.
Pues ahora los inmersores catalanes, basándose en el canadiense Lambert, dicen que lo que era malo ya no lo es si se dan tres condiciones: que la lengua propia del niño tenga más prestigio social que la de la escuela, que la inmersión sea voluntaria y que los maestros sean competentes. ¿Se cumplen estos requisitos en Terrassa o en Santa Coloma? ¿La inmersión de niños catalanohablantes en el castellano sería también buena si se dieran las tres condiciones? Si es usted un patriota lo tiene claro: la lengua de la nación es el catalán y cuanto se haga para impedir su muerte es válido. Si está usted entre quienes piensan en personas y no en patrias, tendrá dudas fuertes.

El nacionalismo no hace vacaciones

sábado, 22 de agosto de 2009

Charnegos de Terra Lliure

Jesús Royo en La Voz Libre






Es curioso que en las organizaciones más radicales del nacionalismo, cuando esperaríamos encontrar representantes genuinos de la 'nación oprimida', a menudo encontremos como militantes a los teóricos desertores del otro bando. Son, por ejemplo, los charnegos que se apuntan a Terra Lliure, o a los Maulets, o a otras movidas independentistas. Son también los maketos de Jarrai. Son chavales que se ven a sí mismos con un déficit de catalanidad –o de vasquidad– y lo compensan de una manera dramática, yendo al límite.

El activismo, o mejor aún, la violencia tiene la extraña virtud de redimir un fallo esencial, de llenar un vacío ontológico. Desde siempre la violencia ha sido como un sacramento que infunde carácter, que hace una renovación óntica del individuo. Por la violencia, el 'militar de fortuna' se vuelve aristócrata, el soldado indígena llega a ser héroe y es premiado con la plena ciudadanía por la metrópoli. Igual que los bárbaros en la época de los romanos, que adquirían la ciudadanía romana alistándose como soldados en las legiones.

El charnego reconvertido en almogávar, cuando comete una acción violenta -por ejemplo, quemar una bandera española-, quizá está haciendo una autopurificación: está quemando la parte de sí mismo que siente como una mancha, su origen impresentable. Los destrozos de los chicos de Jarrai tienen el aire trágico de una autopunición.

¿Cómo podríamos hacer entender a esos chavales que ser castellano en Cataluña no es ningún defecto, y que ser catalán no es ninguna gloria? Ni ser español, ni vasco, ni andaluz, ni moro. A nadie le sobra nada, ni tampoco le falta nada.

sábado, 15 de agosto de 2009

La escuela privada es más bilingüe que la pública

Jesús Royo en La Voz Libre





¿Por qué razón, al llegar a un determinado nivel social, la presión normalizadora se relaja? El gran colegio privado de La Garriga, el SEK, inaugurado el curso 95-96, anuncia que la enseñanza en la escuela se dará en la lengua del alumno. O sea, según las tesis de la satánica CADECA. En general, parece que en las escuelas privadas no se practica aquella inmersión tan cruda de la escuela pública. ¿Por qué?

¿Por qué algunos burgueses de Barcelona envían los hijos a hacer cursos fuera de Cataluña para mejorar su dominio del castellano? Evidentemente, un director de empresa no puede exhibir un castellano vacilante. No puede ir diciendo “Cuántas en quiere”.

Realmente, aquellas escuelas públicas de hace quince años, donde no se oía ni pío en catalán, no se parecen nada a las escuelas de ahora. ¿O quizá sí se parecen? ¡A lo mejor lo único que ha cambiado es la lengua! Antes estaban aquellos maestros castellanos, altivos, que ignoraban el catalán de los niños. Ahora hay un maestro catalán, que ignora olímpicamente el castellano de los niños. Antes, el maestro podía ser catalanohablante fuera de la escuela. Ahora, muchas veces el maestro es castellanohablante. Aquel maestro tenía mentalidad de funcionario y una cierta idea nacional de España. Este maestro de ahora tiene la misma mentalidad de funcionario y una idea nacional catalana calcada de la anterior. No hemos cambiado mucho, quizá sólo hemos cambiado las etiquetas: nos hemos “reciclado”.

El profesor Mosterín se pregunta qué derecho tiene el poder público a imponer al ciudadano la lengua en que quiere aprender. Y propone como normalización verdadera que todo el mundo pueda ir a la escuela en la lengua que le dé la gana: catalán, castellano, inglés, árabe. ¿Y por qué no? Pregunto.

viernes, 14 de agosto de 2009

Multado por rotular en castellano



Intervención de Xurde Rocamundi en el programa de Intereconomía TV "El gato al agua".

http://www.lanacion.es/varios/2009081216769/multado-por-rotular-en-castellano

jueves, 13 de agosto de 2009

miércoles, 12 de agosto de 2009

S´ha de protegir més el català?

Debate en TV3 con las intervencioes de Margaret Manzano y Jesús Royo.

lunes, 10 de agosto de 2009

Sanfermineros y castellers


Iván Tubau en El Mundo.


SUENA EL TELÉFONO. Es el librepensador, no sé de dónde ha sacado mi número. Hablamos. Borro lo escrito. Intentaré resumir nuestra charla:

-Supongo que ya lo sabes: la Generalitat va a pedir al Estado que la Unesco declare los castells o torres humanas Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad.

-Toma castaña. Sí, lo leí.

-¿No piensas comentar esa locura?

-Ya la comentó en el siglo dieciséis...

-Numeración arábiga, supongo.

-Sí, no me gusta la romana. Dijo Montesquieu: «Cuando los locos gobiernan ser cuerdo es una locura.» Comentaba los sanfermines. Desde el día 7 hasta el 14 TVE estuvo promocionando esa barbaridad: abría la programación con el encierro de los toros en Pamplona. Con lo cual pudo ofrecernos la muerte en directo de un mozo...

-Mozo, sí, hórrida palabra, pero no más que mosso. O mossa. En Cataluña las chicas ya han alcanzado la igualdad: pueden ingresar en la policía autonómica y maltratar a los detenidos o detenidas.

-No te disperses ni hagas demagogia, librepensador. Lo de Pamplona forma parte de la fiesta nacional española, por más que algunos de ellos digan que son vascos.

-La peor manera de ser español. Los catalanes arremetéis contra esas cosas porque son españolas, pero no me digas que el correbou de Cardona, tan catalán, con esas pobres bestias recorriendo alocadas las calles con la cornamenta en llamas empapada en petróleo y el gentío apaleándolas... Y los castells los coronan críos o crías, los enxanetes: han muerto varios y otros han quedado malheridos, por eso ahora llevan casco.

-No olvides que en la refinada patria del foie, en Nîmes, también hay corridas, y que los castells son una tradición antiquísima no violenta. Muestra que la unión hace la fuerza, es una ilustración del entre tots ho farem tot. Una torre humana es como...

-Como un haz, sí, un feix, las flechas unidas por el yugo de los Reyes Católicos, un fascio en italiano. ¿Lo quieres en versión moderna y progresista? Yes, we can. Vale, yo pienso en Nîmes y tú hojeas La cultura del catalanisme, 300 páginas del profesor Joan-Lluís Marfany, catalanista, donde verás que todas esas tradiciones presuntamente populares y antiquísimas son lavados de cerebro promovidos por pequeños burgueses nacionalistas decimonónicos. Reaccionarios de pedra picada sin excepción, por decirlo como Marfany.

-Touché. Por eso prefiero los lavados de cerebro de los guionistas de TV3: culebrones rurales como Ventdelplà o urbanos como Infidels. Ponen lo que el Gobierno quiere, como siempre, pero ahora el Gobierno es progresista y promocionan cosas como los matrimonios homosexuales o interraciales, por ejemplo. ¿Qué más quieres?

domingo, 9 de agosto de 2009

La verdad sobre el catalán


La opinión de Albert Branchadell en El Periódico de Catalunya.


La reciente Enquesta sobre els Usos Lingüístics de la Població ha puesto de relieve dos circunstancias que no todo el mundo está igualmente dispuesto a aceptar. En primer lugar, Catalunya es una sociedad bilingüe en un marco de multilingüismo moderado. En segundo lugar, la lengua mayoritaria de Catalunya es el castellano.

En los últimos tiempos se ha puesto de moda apelar al multilingüismo de Catalunya, especialmente entre los más reacios a asumir previamente su carácter bilingüe. En Catalunya se hablan 300 lenguas es un eslogan que se ha hecho popular, pero que no describe bien la realidad lingüística existente. Según los datos de la encuesta citada, la mayor parte del pastel lingüístico se lo reparten solo dos lenguas. El 90% de los catalanes tiene el castellano, el catalán o ambas lenguas como lengua inicial (léase materna). Más del 92% tiene el castellano, el catalán o ambas lenguas como lengua propia. Y más del 93% tiene el castellano, el catalán o ambas lenguas como lengua habitual. De las otras 298 lenguas solo un puñado es visible en la encuesta, y entre ellas solo despunta el árabe, que es la lengua de 2 de cada 100 catalanes.

En este marco de bilingüismo consolidado y multilingüismo emergente, la otra cosa que ha puesto de relieve la encuesta es que el castellano es la lengua mayoritaria de Catalunya. Como lengua inicial le saca 23 puntos al catalán (55 a 32); como lengua propia, le saca 9 puntos (46 a 37), y como lengua habitual, 10 (46 a 36). De modo resumido, podríamos decir que el catalán mantiene sus efectivos en términos absolutos, pero ha perdido peso relativo, por la «agregación» (en términos del sociolingüista Albert Fabà) de castellanohablantes de origen suramericano al grupo de castellanohablantes autóctonos.

Por otra parte, cabe destacar cómo la diferencia de 23 puntos en la lengua inicial queda reducida a 9 o 10 en las otras dimensiones. Esto se debe al hecho de que una parte importante de personas de lengua inicial castellana considera que su lengua es el catalán (o el catalán y el castellano). Y, directamente conectado con esto, tenemos el hecho de que en Catalunya se habla más en catalán con los hijos que con los padres o los abuelos, justo al revés de lo que sucede en los procesos de extinción de lenguas.

Hasta aquí los datos. ¿Cuáles son las consecuencias políticas? Uno diría que los datos de la encuesta alejan la posibilidad de «hacer de la lengua catalana la lengua pública habitual, normal, común de nuestra sociedad» que evocaba en este mismo periódico Bernat Joan, secretario de Política Lingüística de la Generalitat. Pero las últimas declaraciones de Joan no van precisamente por ahí. En una entrevista reciente, para cambiar las «dinámicas existentes», Joan se mostró partidario de una nueva ley de política lingüística «más ambiciosa y más amplia», con el objetivo de «conseguir que el catalán sea cada vez más lengua habitual de los ciudadanos de este país». Apelando a la legislación como método para cambiar la realidad, Joan incurre en un afán muy español, cuya última manifestación es la ley de educación de Catalunya (LEC). Este afán consiste en creer que una ley puede llegar a suplantar la realidad. (Es por esto que las leyes salen luego tan largas; compárense los 205 artículos y 44 disposiciones varias de la ley de educación con los 49 artículos de la ley homónima de Finlandia).

Pero lo cierto es que Joan fue un poco más allá de la reforma legislativa y sostuvo que la independencia de Catalunya es «imprescindible» para que el catalán sea viable. Joan considera que la independencia es más «fácil» que la instauración de un modelo lingüístico igualitario en España. Pero aunque la independencia fuera cosa hecha, no es evidente que permitiera alcanzar el sueño de «hacer de la lengua catalana le lengua pública habitual, normal, común de nuestra sociedad». A Bernat Joan le irían muy bien unas vacaciones en Ucrania. Dieciocho años después de la independencia, ninguna medida legislativa, ni siquiera la oficialidad exclusiva del ucraniano, ha logrado hacer del ucraniano «la lengua pública habitual, normal, común» de la sociedad ucraniana.

Poniendo piadosamente la independencia entre paréntesis, lo que ahora mismo le conviene a Catalunya no es la nueva ley de política lingüística que postula Joan, sino una nueva política lingüística algo más enraizada en la realidad. O acaso unos nuevos políticos lingüísticos, que en lugar de fantasear con lenguas comunes tengan mayor capacidad política para hacer realidad los (razonables) objetivos lingüísticos del tripartito. La verdad es que si uno relee el documento programático Entesa Nacional pel Progrés no ve claro en qué hemos avanzado en los últimos tres años: ¿se ha desplegado el Estatut por lo que respecta a las políticas lingüísticas? ¿Se garantiza «que todo el mundo pueda ejercer su derecho a utilizar el catalán en toda situación»?

¿Tenemos una ley de lenguas española que incorpore las lenguas diferentes del castellano en los símbolos del Estado y reconozca su uso en las instituciones del Estado? ¿El catalán ya es una lengua europea «a todos los efectos»? ¿Hemos avanzado en el campo de las tecnologías de información y comunicación (TIC) y en el sector audiovisual como elemento divulgador del catalán? En definitiva, ¿dónde están los «hechos, no palabras» que prometió José Montilla?

domingo, 2 de agosto de 2009

sábado, 1 de agosto de 2009

Los minusválidos catalanes no podemos ir por Europa


La carta de un lector de El Periodico de Catalunya


Estuve en Francia hace ya un tiempo. En general, cuando viajo no tengo problemas para que mis interlocutores comprendan que soy sordo profundo, y que por esta razón llevo conmigo un certificado que acredita mi invalidez. Los audífonos son evidentes; si no, se ven fácilmente señalándolos con el dedo. Pese a ello, cuando quise coger el tren de cercanías de París para ir a Eurodisney, por primera vez en mucho tiempo me pidieron ese certificado en las taquillas. Lo miraron atentamente, y me miraban a mí. El texto estaba en catalán. Les enseñé entonces una copia que tenía en castellano, pero dijeron que tampoco lo entendían. El tiempo iba pasando y el tren se disponía a salir, por lo que pagué el billete sin poder usar mi certificado para obtener el descuento al que tengo derecho.
Al volver a Barcelona, me dirigí al Institut Català d’Assistència i Serveis Socials de la Generalitat para solicitar unas copias del certificado en inglés y francés para poder acreditar mi invalidez sin necesidad de preguntas y diálogos complicados en una lengua que no es la mía. La respuesta la tuve en pocos días, a través de una carta que decía que los certificados solo se emiten en catalán y en castellano, que son los idiomas cooficiales de Catalunya. Gran descubrimiento. Respondí que yo necesitaba ese papel en inglés y francés. Todo siguió igual, por lo que fui a unas oficinas de la Generalitat de la calle de Tarragona, donde me dijeron que acudiera a un traductor oficial. ¡Vaya solución!: mínimo gasto para la Generalitat y máximo gasto (y molestias) para el usuario. El dinero que se destina a las embajadas catalanas en el mundo es más importante que el dedicado a los minusválidos. Evidentemente, aquí hay alguien que no piensa.

Eduard Viu
Barcelona