viernes, 14 de septiembre de 2012

Federica Montseny


Baste decir que el más poderoso sindicato que ha habido nunca en Barcelona, la CNT, jamás hizo suyas reivindicaciones nacionalistas, ni de tipo lingüístico ni de ningún otro, y su actitud hacía la laegua era de absoluta indiferencia, incluso entre quienes la hablaban, cuando no de hostilidad.
No podía ser de otra forma, dado que las reclamaciones catalanistas de carácter burgués chocaban con su espíritu internacionalista, y porque sus miembros veían la lengua castellana como un vínculo entre los obreros de toda España, sin que eso supusiera un obstáculo al carácter confederal y ampliamente descentralizado del sindicato. La cuestión no era que los obreros fueran de raigambre castellana o desconocieran el catalán. Una de las líderes más populares en esa CNT de los años treinta, Federica Montseny, que dio cientos de mitines en toda España, podía emplear el catalán que se hablaba en su casa cuando se dirigía a un auditorio catalán, pero viajó por Andalucía, Castilla, Galicia, Asturias, Madrid y el País Vasco difundiendo su mensaje revolucionario en español, la misma lengua que empleó en sus numerosos artículos periodísticos y novelas. Es más cuando su amigo austriaco, el sabio amante de las lenguas Max Nettlau, le sugiere que traduzca algunas de sus novelas al catalán o al vasco para usarlas en la propaganda, ella no presta ninguna atención a su comentario.



Lenguas en guerra, IRENE LOZANO

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