sábado, 13 de febrero de 2010

La peor manera de vender un buen embutido


El pasado sábado estuve en Vic, una bonita población conocida por sus iglesias y sus embutidos. Sus carnicerías parecen joyerías y es muy recomendable echar un vistazo. Me acerco a a un escaparate donde cuelgan unas magníficas longanizas cuando de repente me asalta el vendedor, uno de esos dependientes de los que hablaba Santiago Rusiñol. De todas las maneras que tenía para venderme su embutido eligió la peor: "Els millors preus de la nació catalana i de l´estat espanyol", se lo hago repetir, lo repite y me pregunta si me ha quedado claro el mensaje, le contesto que sí y me dispongo a comprar en la tienda de al lado unas fabulosas longanizas que me vendieron unos competentes dependientes preocupados únicamente por vender derivados del cerdo y no publicitar ensoñaciones patrióticas.

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