miércoles, 17 de junio de 2009

La capacidad intelectual de España ha disminuido.

Hay profesores y hay maestros, en un momento de mi vida me encontré con alguien que "enseñaba" con todo lo que esa palabra supone. Con él aprendí Historia Medieval, pero aprendí mucho más. Me acuerdo cuando nos explicaba que los vikingos practicaban la "economía del pillaje", es decir robarse los unos a los otros, pero manteniendo un equilibrio. O cuando explicaba que en la historia los problemas hacen una parábola y que o se solucionan o se vuelven a repetir...consejos de un historiador, válidos para la política.
Es un placer, para mí, invitaros a leer la entrevista que ha hecho La Razón, a mi "maestro", José Enrique Ruiz-Domènec.



Viernes, 27 de marzo de 2009 José Enrique Ruiz-Domènec ¿ Catedrático de Historia Medieval Mil páginas sin notas ni gráficos, y, sin embargo, es quizá la historia de España más accesible, narrativa y amena de cuantas se han escrito: «España, una nueva historia» (Gredos) es la obra culminante del catedrático José Enrique Ruiz-Domènec, uno de los historiadores más brillantes de la depauperada universidad española. Su dominio de la anécdota le sirve para analizar nuestro devenir desde el factor humano, de la romanización a los cafés literarios, a lo largo de dos mil años tragicómicos.




-¿Contar la historia de España? ¡Se ha vuelto loco! -Parece una osadía, sí, y más si el libro va desde 211 a. C. hasta 1939. Hasta hoy flota en el ambiente la pregunta «¿qué es España?», cuando ahora es más pertinente preguntarse: «¿Dónde está España?». -Habla de la vida cotidiana, de la cultura... -Cuando contamos microrrelatos, entendemos mejor el macrorrelato. He escrito este libro como un novelista. Me enseñó a hacerlo mi maestro, George Duby. Es la primera historia de España hecha desde el prisma de la Nueva Historia. -Difícil tarea: no es usted un hispanista inglés. -Sí, da la sensación de que para escribir historia de España debes tener un apellido exótico o hacerlo desde el exilio. Pero si eres un catedrático español que va por libre, como yo, es más difícil que se acepte tu obra. De momento, ya me han acusado de escribir un libro demasiado tolerante. -Antes se hablaba mucho de los males de España. ¿Usted qué dice? -Uno de nuestros males eternos es que, cuando hay que elegir entre dos caminos, España elige siempre el equivocado. Así, nuestra historia es una historia de comienzos: se empieza desde el principio, negando lo anterior, rechazándolo. -No es fácil heredar 40 años de dictadura. -Cierto, pero los 60 y 70 cambiaron tanto este país que ya no podemos pretender volver a los tiempos de la República. -Entonces, ¿le parece que reivindiquemos el desarrollismo? -Fue una solución equivocada. Pero España se transformó inevitablemente, casi sin pretenderlo, como pasa ahora en China. Los cambios han sido enormes: hemos pasado de carreteras mugrientas a tener trenes de alta velocidad. La gente ha cambiado el 600 por el BMW. -Si somos tan ricos, ¿de dónde viene la sensación de deriva? -El país ha engordado mucho, pero su capacidad intelectual ha disminuido. En el momento de nuestro máximo crecimiento económico nos hemos olvidado de potenciar la cultura. Se ve claramente en la universidad: han triunfado los incompetentes, los mandarines... -¿Cuándo comenzó esa deriva? -Posiblemente, en el tránsito entre el primer y el segundo gobierno Aznar. En esa época, la clase política quebró. La derecha se deshizo del tono moderno y europeo adquirido. La izquierda no evolucionó. -¿Y qué pasó en la enseñanza? -Que no se hicieron las reformas adecuadas. Los chicos que están en la universidad son las víctimas de esa parálisis. Llegan a las aulas con un planteamiento emocional. -¿Mande? -Si pregunta a mis alumnos, sabrán contarle todos los dramas de sus futbolistas o cantantes preferidos. Pero, ¡ay!, si les pregunta por la historia de su país... -Nada nuevo bajo el sol. -¡En efecto! El siglo XVI y el siglo XX españoles se parecen mucho: hay una eclosión de mala literatura contra la que Cervantes ya advirtió en El Quijote. Ya lo dijo él: si la novela domina el espectro cultural de un país, ese país ha llegado a su final. Y es lo que ocurre en España: no se potencia el ensayo; las librerías están llenas de «best sellers» espantosos. -¿Entonces, el mal de España es el quijotismo? -Sí, y el triunfo de esa emocionalidad. Ya no hay libros de caballerías, pero sí MySpace con sus chascarrillos. Y a algunos les conviene que así sea: una sociedad sin espíritu crítico es más manejable.

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