miércoles, 20 de julio de 2011

Una Generalitat más generosa


Lo regentaba entonces el Patronato Escolar de la Generalitat, que era una institución magnífica. Te regalaban las libretas, los lapiceros, las plumilllas, la fe en ti mismo. Puestos a regalar, te regalaban la esperanza. Los maestros, de inmaculada bata blanca, eran de un mármol tal que los niños pobres no habían pisado nunca.
Consciente la Generalitat de que Barcelona es una ciudad bilingüe, ofrecían enseñanza gratuita en castellano o en catalán. A mamá se lo preguntaron cuando me llevó allí, sujeto de la mano.
-¿Castellano o catalán?
-Catalán -pidió mamá-, porque el castellano ya lo habla en casa.
De modo que yo aprendí a escribir en catalán, también seguramente pobre, de no haber existido los cuarenta años de franquismo. Hoy día hay aún -instituciones incluidas- quien me acusa de eso, de escribir en castellano. En el nombre de Dios... ¿se dan cuenta de lo que dicen? Yo escribo correctamente en catalán, y hasta he publicado en mi lengua artículos y algún libro de derecho, pero para la novela eso no basta. La novela exige la palabra exacta, la palabra sentimental, y si puedes, la palabra mágica. Y eso se aprende a los catorce años, con la primera poesía, el primer libro de aventuras, la primera niña que te hizo creer en el amor. Y yo lo mamé en castellano, una lengua noble y ancha. Lo volvería a mamar otra vez, porque un escritor es para siempre la lengua de sus quince años, construida con los gritos de los maestros y los susurros de los poetas.
Que nadie me culpe. Y que alguien recuerde que, antes de la Generalitat de hoy, hubo una Generalitat más generosa.


HIstoria de mis calles, FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA

lunes, 11 de julio de 2011

El circo patriótico

Os copio el polémico artículo que publicó, Núria Amat, flamante ganadora del Premi Ramon LLull. La columna se publicó en El País el 16-10-2007.

Cataluña, creadora de artistas, ha sido siempre defensora de la libertad y derechos de las personas. El carácter catalán (me remito a los archivos) "es realista, práctico, sensato, comprensivo, intuitivo, genialoide, y con un gran sentido común en sus actividades diarias, pero también llega a ser, en determinadas ocasiones, idealista en exceso, excéntrico sin remedio, capaz de apostarlo todo a cara o cruz, buscando ser grande y sufriendo de ser un país pequeño". La Historia es una espina clavada en una buena parte de los catalanes. De ahí que sus políticos se sientan cargados de una misión excelsa -salvar el pueblo catalán-, forjada, en muchos casos, por un sentimiento colectivo y contagioso que deriva, como ahora, y por parte de un sector minoritario del gobierno, en un nacionalismo excluyente que cree tener en su país a un gran enemigo hereditario, al punto de no poder seguir viviendo ni existiendo sin este enemigo en casa, real o imaginario.

Para el catalán, la lengua catalana forma parte de la continuidad de un país que es hoy en día un país de países. En esta pluralidad consiste la gran fortuna de la Cataluña de los últimos años. Por razones históricas de todos conocidas, este país "de acogida" ha sabido enriquecer su cultura esencial, su lengua propia, con la lengua castellana que siempre se ha hablado en Cataluña, especialmente, en Barcelona; ciudad que mantiene su bilingüismo como una de las grandes riquezas que la caracteriza. Donde no se habla un catalán perfecto ni tampoco un castellano inmaculado. Las dos lenguas son felizmente impuras. Conviven. Se casan o aparean. O bien se divorcian para procrear de nuevo.

No es este el parecer de los políticos que, en la actualidad, gobiernan Cataluña. Por un afán de cerrazón, mantenimiento de poder oficial y pureza identitaria, han decidido utilizar la lengua como bandera única de su ideología. Cuando de todos es sabido que en Cataluña hay escritores en castellano muy buenos, algunos de sus gobernantes y palanganeros resolvieron anunciar contra viento y marea que solo merecían asistir a la Feria del Libro de Frankfurt autores catalanes catalanoescribientes. Eliminando de este convite general, a los escritores catalanes castellanoescribientes, a los que niegan la pertenencia a una cultura específica.

Se está dando un comportamiento nuevo en la sociedad gubernamental catalana, muy distinto de la riqueza genuina de las generaciones catalanistas anteriores que favorecían el intercambio de literaturas y celebraban el bilingüismo como forma de convivencia. ¿En qué idioma escriben o escribimos estos escritores sin tierra, que nos presentan como castellanos en Cataluña y catalanes en todas partes? En la misma lengua que, casualmente, muchos presidentes y diputados de la Cataluña actual hablan en su entorno familiar. Un castellano naturalmente periférico.

Signo de estos tiempos de pestes nacionalistas es que la ideología domine la lengua hasta convertirla en instrumento de credo, tal y como el lingüista Victor Klemperer observó en su vigente y muy recomendable libro La lengua del Tercer Reich. ¿En una Europa por fin libre y abierta hay que dudar aún de que Kafka fuera un escritor checo que, casualmente, escribía en alemán? ¿No fueron estas mismas palabras las que impuso Stalin en los países soviéticos? ¿Y cómo se atreve Praga a vivir de su genial escritor "extranjero"?

Volviendo a Klemperer, que en el comienzo lento hacia la guerra del exterminio fue apartado de su cátedra y le impidieron el acceso a todas las bibliotecas públicas, conviene recordar que "cuando el poder se apodera del discurso, su lenguaje impregna el lenguaje del ciudadano y se extiende a todo con una naturalidad asombrosa, como si fuera lo esperado y lo evidente". En el caso catalán o español, este sutil proceso hace que no llame atención alguna que escritores catalanes, castellano-escribientes hayan sido tenuemente marginados de sus puestos de trabajo en la Universidad catalana. Proceso igualmente vivido, acaso de modo más evidente, en la comunidad vasca. A lo que se añade la manipulación patente de libros de texto, reglamentos universitarios y demás documentación burocrática o empresarial.

Si por un lado los ciudadanos son los receptores directos de los usos lingüísticos de los políticos, por otro, en su utilización de la lengua se reflejan los privilegios y opresiones que ella reparte. El lenguaje ha intoxicado a los habitantes y más allá del grado de españolismo o catalanidad que uno posea, la lengua protegida se va interiorizando y conquistando conciencias de quienes va encontrando al punto de paralizar a quienes piensan en contra.

Así, la expresión famosa es catalán quien vive y trabaja en Cataluña, altera su sentido válido y, en principio, positivo por otro negativo: dando a entender que no es catalán quien no escriba o hable el idioma que debe hablarse en Cataluña. Y, por tanto, merece quedar excluido de los medios radiofónicos como el caso de persecución lingüística recientemente ocurrido a la escritora uruguaya-catalana Cristina Peri Rossi. Ejemplo en el que la inmediata reacción de un sector de ciudadanos está consiguiendo reencauzar a buen término.

En los medios nacionalistas, expresiones y palabras se inventan o se modifican para su uso provechoso, haciendo caer en el olvido o desaparición la anterior situación que le daba verdadero sentido. Por la misma regla de tres, el nacionalismo español utiliza términos como patria, patriotismo, ciudadanía, nación, sentimiento nacional, soberanía. O expresiones cómo: vamos a ganar para devolver España a los españoles. (Entre paréntesis, como si sólo fueran españoles los que actúan y piensan como Rajoy. O sólo fueran catalanes los que piensan y actúan como desea Carod Rovira). El peor efecto de este lenguaje es suscitar a las personas un estado de ánimo propicio para el cumplimiento de sus programas. A fin de catalanizar, si cabe aún más el idioma, utilizan el léxico familiar más rural. Hasta Pompeu Fabra se levantaría de la tumba al oírlos. Por no decir, todos los escritores de la Renaixença. Y los más cercanos del Novecentismo catalán (Carner, Riba y un largo etc). Absurdamente creen que esta vulgarización impuesta de la lengua catalana la hace más estatal y más auténtica.

Sin duda, la forma popular de hablar les sirve como marca identitaria y señal de que uno está en el lugar adecuado. En la única opción permitida. En lugar de decir la palabra España (menuda maldición) hacen toda clase de circunloquios para referirse al país, llamándolo Estado español, catalán o peninsular. Como también el caso grandioso de un periodista que hace unos días, para comentar la despedida de un torero en una sonada corrida en Barcelona, decía: "César Rincón se despide de Europa".

O, también, aquel informativo televisivo: "Llueve en todo el Estado español".

Así las cosas, quienes los españolistas acusan de catalanistas, y los catalanistas acusan de españolistas son los más próximos a tener razón.

domingo, 3 de julio de 2011

Xavi:"Soy catalán pero es un placer bestial jugar con España"

Espero a Xavi sentada al sol, en el suelo de la Ciutat Esportiva del FC Barcelona. Hace un día primaveral y él llega justo después de entrenar y comer junto con algunos de sus compañeros. “Una cosa sencilla: macarrones, costillitas de cordero y zumo de naranja”, explica. Se sienta a mi lado y charlamos de forma relajada, de fútbol en estado puro. Tengo al lado a un campeón del mundo, de Liga, de Champions, de Copa, un casi Balón de Oro. Un auténtico lujo y una persona que supera con creces al ganador de todo. Que ya es decir.

-Hace menos de una semana de la entrega del famoso Balón y seguimos hablando de él: que si ha dividido el vestuario, que si hay votos para Xabi Alonso que son de Xavi, que Iniesta y usted están mosqueados…
-Mira, se lo digo muy claro: yo estoy muy feliz. Hace unos años me cuentas que tres jugadores del Barça estaríamos ahí y pienso que se ha vuelto loca. Que te consideren uno de los tres mejores es tan grande, tanto, que me siento el tío más privilegiado de la Tierra. Y si, encima, el que queda primero es Messi, que es el mejor jugador y casi seguro será uno de los cinco mejores de la historia del mundo, ni te explico.

-Pero dicen que…
-[Interrumpe]. Sí, lo del mal rollo y todo eso, ¿no? A mí me hace gracia que también intenten desestabilizarnos con esto. Van probando con temas y ahora toca el del Balón de Oro. Es de justicia que haya ganado Leo. No fue inesperado, pero entiendo que a muchos les sorprendiera por lo que se filtró de que podíamos ganar Andrés o yo. ¿Oportunidad perdida para mí? ¡No, por favor! Será difícil que se repita, eso sí.

-Habla de un intento más de crispar al vestuario del Barça.
-Está claro que desde allí (desde Madrid, se refiere) lo intentan todo para desestabilizarnos, pero nosotros nos reímos. Comentamos: “¡Fíjate de lo que son capaces para ganarnos!”. Tenemos la sensación de que todo vale, pero lo entendemos. El fútbol es pasión, pasión elevada a la enésima potencia. Y la caverna forma parte del espectáculo.

-En alguna ocasión a usted, a Puyol o a Piqué les han intentado mezclar con temas políticos…
-Mire, yo soy catalán y culé, pero para mí es un orgullo bestial jugar en la Selección española. Mientras cuenten conmigo, iré. Yo paso de política y de historias. Jamás me he posicionado políticamente. Yo soy un enamorado del fútbol y tengo la enorme suerte de que me pagan un pastón por hacer mi trabajo, juego en el club que llevo en el corazón y en la Selección campeona del mundo. ¡Es la bomba!

-Lo de Sudáfrica…
-Fue alucinante. Ganar el Mundial fue el Oscar a la Mejor Película y al Mejor Guion. Tuvo momentos de todo, altibajos emocionales. No empezamos bien, pero después del partido ante Portugal nos fuimos arriba. Nos conjuramos. Todos. Con Del Bosque, con Hierro. Atrapamos el toro por los cuernos. Estábamos lejos de todo, con una presión enorme, con algunos compañeros jóvenes a los que los más veteranos teníamos que echar un cable… Criticaron a Silva, a Busquets, a Cesc… Fue injusto, pero ahí estábamos los demás para ayudarlos y hacer piña.

-¿Cómo es Vicente del Bosque?
-Una de las personas más humanas con que me he tropezado en la vida. Piensa en todos, es detallista, nos ha sabido llevar. Tras lo de Luis Aragonés, entró un poco con pies de plomo, nos preguntaba, dialogaba, no se le escapaba un detalle… Siempre digo que a las buenas personas la vida les ha de ir bien. Y Del Bosque es una de ellas.

-De Vicente a Pep. ¿Por qué Guardiola es tan bueno?
-Pep es el mejor porque sabe transmitir. Hay mucha gente que sabe de fútbol pero le falta pedagogía. Él es una esponja. Se aprieta a sí mismo y expande todo lo que lleva dentro. Su discurso llega como el de nadie. Es mi referencia en todo. Es el 4 pero vale 10.

-¿Qué le parece la estética de Mourinho, su puesta en escena? ¿Provocadora? ¿Inteligente?
-Allí donde ha ido, ha ganado. Los jugadores hablan bien de él, me consta. Yo le conozco de cuando estuvo aquí y ya era como le ven ahora. Es un hombre cabal, futbolero… A mí me ayudó. ¿Su estética? Yo soy diferente. Ni mejor ni peor. Distinto. Pero si a él le funciona, pues nada…

-¿Le gusta el juego del Real Madrid?
-Yo soy más de juego combinativo, de más posesión, de equipo, que es lo que hacemos en el Barça. Ellos hacen un fútbol más directo, más individualista. Prefiero el nuestro.

jueves, 30 de junio de 2011

No hay nada tan español como un catalán

Noticia publicada en La Voz Libre.
Albert Boadella se estrena en Madrid con 'Amadeu', la historia del compositor catalán Amadeo Vives que, al igual que él, tuvo que desarrollar su creatividad fuera de su tierra. "Quien se enfrenta al nacionalismo es automáticamente marginado y convertido en muerto civil. En este sentido, el nacionalismo es como una dictadura", dijo Albert Boadella, meses antes de abandonar Cataluña. Ahora, con esta obra, Boadella se encarga de ridiculizar el nacionalismo catalán en escena con frases tan rotundas como: "no hay nada tan español como un catalán".

Después de su polémica declaración de intenciones, Albert Boadella se mudó en septiembre de 2008 a Madrid, tras haber recibido la oferta de Esperanza Aguirre para dirigir los Teatros del Canal. Primero montó 'Una noche en el Canal' para abrir sus teatros y ahora 'Amadeu', un musical homenaje al compositor con quien revive su historia de exilio creativo en la capital.

Amadeo Vives es el autor de zarzuelas como 'Doña Francisquita', de himnos como 'La balanguera', es el precursor del Palau de la Música y antes cofundador del Orfeón Catalán. Ahora, el músico le sirve a Boadella para cantarlo todo, o casi todo. Y poner en la boca de Vives, encarnado por Antoni Comas, las emociones y los sentimientos de quien ha decidido dejar su tierra, Cataluña, para desarrollar libremente su carrera artística

"A mí Cataluña hoy no me parece tan dulce", le hace confesar Boadella a Vives en la obra, un texto que continúa con declaraciones como: "Cataluña era la madre pero 'Madrit' se convirtió en mi prometida, me cautivó enseguida".

Vives, en esta ocasión Antoni Comas, sigue en la escena diciendo: "'Madrit' es no tener nada y tenerlo todo".

"Yo soy el mismo, el público de 'Madrit' ha aceptado la música catalana como suya", asegura Vives según Albert Boadella, quien como contrapunto añade: "Cuando uno nace en esta tierra es difícil de sustraerse a ese sentimiento catalán rotundo y real".

lunes, 20 de junio de 2011

Los privilegios del fósil

La opinión de Féliz de Azúa en El País.


Durante la Transición se publicó en Barcelona y en catalán una influyente revista, Taula de Canvi, donde escribía buena parte del aparato ideológico del comunismo regional. Su promotor y director era Alfons Comín, un cristiano castrista ya fallecido, con mucho predicamento entre las élites barcelonesas. En el número de julio-agosto de 1977 figuraba un consejo de redacción compuesto por 18 miembros. Todos ellos, con alguna excepción, han hecho importantes carreras dentro de la Administración y buena parte de los mismos aún sigue, 30 años más tarde, entre los directivos más influyentes de la vida oficial catalana. Puede decirse sin miedo a error que esa revista fue el núcleo del mando intelectual de la izquierda revolucionaria catalana que tomaría el poder en la casi totalidad de los centros decisorios de la comunidad.


La maquinaria cultural catalana exige una adhesión total a los que escriben en castellano

Los nacionalistas catalanes desean la capacidad de decidir quién es y quién no es catalán

Josep Benet, Jordi Borja, Josep M. Castellet, Josep Fontana, Cirici Pellicer, González Casanova, Melendres, Molas, Ramoneda, Solé Tura, Vázquez Montalbán y otros miembros del consejo de redacción se cuentan entre los principales responsables de que la vida cultural catalana haya sido lo que es. Treinta años más tarde solo habría que añadir los aliados independentistas con quienes compartieron el poder a partir de la presidencia de Maragall. Cuando los futuros historiadores escriban el relato de la deriva catalana hacia la secesión deberán leer esta olvidada revista.

El número mencionado iba dedicado a un asunto: Escribir en castellano en Cataluña, cuestión que puede parecer cultural, pero que no ha sido nunca sino el fundamento mismo de la ideología nacionalista. En su presentación Jordi Carbonell, coordinador del número, decía: "Escribir literariamente en castellano en los Países Catalanes ha sido siempre un acto con claras connotaciones políticas; por lo menos tantas como escribir en catalán". Lo de escribir "literariamente" es sugestivo: el juicio político iba contra los escritores "literarios" porque a los demás no era necesario decirles nada, ya sabían cuál era la orden, aunque no la cumplieran: a pesar de las consignas casi todos los camaradas escribían en español en diarios como La Vanguardia o Tele/Express. Treinta años más tarde sigue sucediendo lo mismo.

Carbonell, medalla de oro de la Generalitat en 2001 y presidente de Esquerra Republicana entre 1996 y 2004, añadía más adelante: "El simple hecho de 'radicar' en Cataluña o en los Países Catalanes sin la voluntad de devenir (esdevenir) catalán no convierte a una persona en 'catalán de radicación". Esta es la ambición suprema de los nacionalistas catalanes: poseer la capacidad decisoria que determina quién es y quién no es cata-

lán, herramienta totalitaria que nunca han soltado. Treinta años más tarde la segregación sigue intacta. El propio Montilla lo dijo en más de una ocasión: no basta con nacer y trabajar en Cataluña, hay que manifestar una voluntad pública de "ser catalán" para que el poder te considere catalán. Los comisarios controlan la exclusión y otorgan la integración según un metafísico "querer ser catalán" definido oportunamente por el mando.

El fondo de esta dictadura nacional se sustenta en el mito del invasor. Decía Carbonell en su artículo: "El castellano es justamente la lengua que el poder opresor ha querido imponer en un intento de genocidio cultural consecuencia de una política imperialista". Treinta años más tarde nada ha cambiado, excepto que ahora el mito se enseña en los manuales del Bachillerato. Aunque nadie dude de que la imposición franquista del español sobre el catalán fuera real, lo del "poder opresor" parece que se refiera al Ministerio de la Gobernación y no a lo que antes se llamaba "la burguesía catalana" (auténticos ejecutores del supuesto genocidio), así como a la llegada de los inmigrantes sureños que cargan con la responsabilidad de ser instrumentos de la opresión. La deshonestidad de culpar a los "extranjeros" no solo es una forma insidiosa de xenofobia, sino una mentira que descalifica a quien la dice.

La anterior deshonestidad se completaba con la siguiente frase de Carbonell: "No cabe duda de que los escritores que, viviendo en nuestro país, se expresan literariamente en castellano constituyen un fenómeno cultural inimaginable sin la victoria del fascismo en 1939". No tener ninguna duda de que el español nunca existió en Cataluña antes de 1939 es el fruto de una ignorancia monumental, de un cinismo rotundo, o de ambas cosas. Sin embargo, 30 años más tarde, esta sigue siendo la verdad oficial.

Tras la introducción, la redacción daba la palabra a los inculpados. Pocos fueron los que contestaron. En tono atemorizado, Carlos Barral aseguraba que él había nacido en una familia bilingüe, pero que tras la muerte de su padre le habían impuesto la lengua materna la cual era "el castellano de la Argentina", pero que de todos modos él se consideraba "irreductiblemente nacionalista". Quienes le conocimos sabemos lo que opinaba Barral sobre el nacionalismo catalán. Más audaz, Gimferrer reivindicaba a los escritores en español siempre que, decía, "hagan suyas las reivindicaciones catalanas" de manera que puedan ser aceptados. Vázquez Montalbán reaccionó dignamente. Allí escribió aquello de que asumía su papel de "judío que vive en Praga y escribe en alemán" y que la encuesta le parecía de orden zoológico más que ideológico. Treinta años después, nada ha cambiado.

Los demás encuestados, todos ellos activistas de la Causa, apoyaban con mayor o menor agresividad la liquidación de los catalanes que escribían en español. Triadú, comisario del ala más totalitaria, afirmaba que quienes escribían en español eran franquistas, pero también lo decía Montserrat Roig cuya inteligencia era algo superior a la de Triadú. "Estos escritores nunca han ayudado voluntariamente a que la literatura catalana se desarrollara y han caído en la trampa política del franquismo", nos sermoneaba Montserrat. El más disparatado era Pedrolo: "Querer pasar por escritor catalán mientras se escribe en castellano equivale a aceptar los planteamientos franquistas". ¿Querer pasar? ¿Y quién quería pasar? Treinta años más tarde, todo sigue igual.

Que todo sigue igual quiere decir que continúa habiendo gente que escribe en español aunque viva en Cataluña, pero que solo si muestra su inquebrantable adhesión al Régimen es aceptado por la maquinaria cultural catalana. Semejante rareza (o semejante chavismo) solo tiene importancia para el contribuyente. A los que escribimos en español no nos afecta porque ya estamos habituados a los insultos del poder. A quienes escriben en catalán esta situación les favorece. La doctrina política oficial solo tiene como consecuencia un gasto desorbitado, el parroquianismo cultural y la ausencia de oposición o competencia. El resultado es que no por ello ha aumentado la lectura de literatura catalana y que la cultura oficial es de uso exclusivamente local y clientelar. Los sueños de cosmopolitismo cultural, de la Cataluña internacional, de la Barcelona destacada en el mapa europeo y demás quimeras se han fundido en el aire exactamente igual que los miles de millones de euros que ha costado fundirlas.

Hay algo, sin embargo, sobresaliente. Que la así llamada "izquierda catalana" no haya superado ni un milímetro sus posiciones totalitarias de hace 30 años, que mantenga programas culturales que en Europa ya solo defiende la extrema derecha, ofrece algunas indicaciones de por qué el tripartito ha perdido cientos de miles de votos el mes pasado. Sin embargo, no enmiendan: para esta gerontocracia todo ha de seguir como en Taula de Canvi. En cuanto se supo la magnitud del fracaso salieron en tromba los más derechistas del Partido Socialista Catalán a decir que todo había sucedido por no haber sido lo suficientemente nacionalistas. Estos ideólogos delirantes querrían mantener intactas las estructuras de poder de hace 30 años porque garantizan su dominio sobre los demás y sus privilegios por encima de todo el mundo. El arrogante menosprecio con el que se dirigen a sus (ex) votantes indica que jamás aceptarán la realidad social catalana. Es muy chocante ver a un por así decirlo socialista envuelto en la bandera catalana. Es un oxímoron viviente. O quizás agonizante.

martes, 14 de junio de 2011

De Barcelona a Madrid (con apenas viceversa)

La opinión del actor Josep Maria Pou en El Periódico de Catalunya.



Estoy en Madrid. No de vacaciones sino por obligaciones laborales. El lunes, todavía en Barcelona, me armé de valor y, con el miedo en el cuerpo, me presenté en el aeropuerto. (El estado de alarma me tiene alarmado: vivo sin vivir en mi). Tuve suerte y volé al primer intento. Martes y miércoles, trabajo a destajo. El jueves, cumplida la jornada, me tomo la tarde libre y decido ir al teatro (lo mío es puro vicio). Cojo un periódico al azar, consulto la cartelera y estudio posibilidades.
Puedo ir, entre otros muchos, a tres teatros, el Español, el del Canal y La Latina, que dirigen respectivamente Mario Gas, Albert Boadella y quien esto firma. También puedo ir al Circo Price que dirige Pere Pinyol. O a un concierto de la Orquesta Nacional que dirige Josep Pons. Puedo escoger entre un texto de Josep M. Benet i Jornet u otro de Piti Español. O entre dos funciones que dirige Esteve Ferrer y una tercera que he dirigido yo mismo (disculpen si me repito). Y puedo elegir entre las risas que provoca Tricicle o los sobresaltos de La Fura del Baus.

Más alternativas: en el listado de intérpretes no dudo entre Núria Espert y Josep Maria Flotats; los dos son imprecindibles y de obligado cumplimiento. Estudio acudir a funciones en cuyo reparto figuran Carmen Conesa, Constantino Romero, Ricard Borrás y Marta Calvó, entre otros. Me apetecen por igual el buen hacer -el buen humor- de Juanra Bonet y de Llum Barrera. O, en materia de musicales, los nuevos Miserables, donde Ignasi Vidal se marca un Javert de campeonato, o repetir con Mamma Mia!, donde Nina y Alex Casademunt apuran las últimas representaciones.

Sigo leyendo y compruebo que de haber llegado unos días antes hubiera alcanzado a ver el De Filippo de Oriol Broggi con Marta Domingo y Manel Dueso; pero veo también que si prorrogo mi estancia unos días más puedo acudir a dos estrenos: el del Prometeo de Carme Portaceli, con Carme Elías y Lluïsa Castells, o el del Tranvía de Mario Gas con Vicky Peña, Ariadna Gil y Àlex Casanovas.

Metido en el estudio de la cartelera se me acercan dos señoras muy amables. «Senyor Pou, ens podem fer una foto amb vosté?». De repente, me asalta la duda. Por un momento creo estar en el Paralelo y que lo que tengo entre las manos es un periódico de Barcelona. Compruebo portada, fecha y lugar: no hay duda, estoy en Madrid. Constato que el teatro catalán tiene espíritu viajero, me siento, pido una caña y me encuentro como en casa.

domingo, 12 de junio de 2011

Cuando desaparecen las estrellas.


Lo mismo ocurre cuando desaparecen las estrellas. Seguimos viendo el reflejo no sé cuantos años más. Es que el PSOE que algunos recuerdan ya no existe. La gente está siendo víctima de un espejismo, porque el que cree votar a Felipe está votando a un PSC catalanista.

sábado, 11 de junio de 2011

Samarkanda


Samarkanda en el siglo XV se convirtió en el centro cultural musulmán del Asia Central. En 1.500 fue ocupada por los uzbekos de Bujara y decayó considerablemente. Cuando leo sobre la historia de Samarkanda recuerdo la Barcelona de hace unos años, la Barcelona de antes, la Barcelona cosmopolita, la Barcelona tan rica culturalmente hablando. La Barcelona que ha destruído el nacionalismo excluyente.

domingo, 5 de junio de 2011

Ojos negros


"Mis niños andaluces de ojos negros, si están en Cataluña, no es que fuesen allí para aprender el idioma. Por ejemplo".




ANTONIO GALA

sábado, 14 de mayo de 2011

lunes, 9 de mayo de 2011