sábado, 31 de diciembre de 2011
La lengua común de todos los catalanes
Esta política ha provocado el surgimiento de una oposición aglutinada en torno a la defensa de la lengua común de Cataluña y de ésta con el resto de España, que no es otra que el castellano. Pues la lengua común de todos los catalanes no es otra que el castellano, la que concoen la práctica totalidad de los vecinos de Cataluña y la que quieren aprender con prioridad los nuevos emigrantes llegados en los últimos diez años desde América, África y Europa del Este.
Movimientos cívicos, CARLOS MARTÍNEZ GORRIARÁN
Han desterrado su lengua al limbo
Es la Administración, y las empresas públicas y privadas que quieren agradarla,la que se empeña en ignorar que en las ciudades catalanas se usa castellano y catalán indistintamente, y que el monolingüismo catalán es prácticamente exclusivo de los pueblos más pequeños -además del mundo político, aldeanizado-. Para los castellanohablantes, toda esta presión negadora es origen de un conjunto objetivo de desventajas y discriminaciones, extendidas a los catalanohablantes que se niegan a plegarse a las exigencias de un régimen entregado a las orgías de la ingeniería social a través de la lengua. Los castellanohablantes sufren la inmersión lingüística de sus hijos en un sistema educativo exclusivamente catalanohablante, y se ven obligados a soportar una evidente inferioridad en las instituciones y servicios públicos que han desterrado su lengua al limbo, devaluada a la condición de lengua oral o inexistente.
lunes, 26 de diciembre de 2011
Un país de paletos
viernes, 23 de diciembre de 2011
Pleonasmo
La expresión "intelectual crítico con el nacionalismo" era y es un pleonasmo -una obviedad-, mientras que la simetría de "intelectual nacionalista" resulta, por el contrario, un oxímoron inverosímil. No puede haber intelectuales genuinos nacionalistas porque es prácticamente imposible que alguien convencido de la importancia irrenunciable de la libertad de expresión y del pensamiento crítico apoye al nacionalismo.
Movimientos cívicos, CARLOS MARTÍNEZ GORRIARÁN
Excesiva preponderancia de los partidos nacionalistas
Reforma de la Ley Electoral, que deberá corregir la desproporcionada representación de los grandes partidos revisando el sistema de circunscripciones electorales y acabar con la excesiva preponderancia de los partidos nacionalistas, a los que se concede en la práctica un poder de arbitraje que da origen a la extensión de lo que hemos llamado "nacionalismo obligatorio", así como de sus imitaciones regionalistas.
Manifiesto fundacional de UPyD.
Los ciudadanos deben tener las mismas oportunidades
Los ciudadanos deben tener las mismas oportunidades de acceso a esos servicios y un mismo tratamiento en ellos, con independnecia del lugar en el que residan, para lo que hay que asegurar una equitativa financiación pública, eliminándose los privilegios que hoy día otorgan ls sistemas de Concierto en el País Vasco y Navarra, y los que se pretendan imponer a través de las reformas de los Estatutos de Autonomía.
Manifiesto fundacional de UPyD.
martes, 20 de diciembre de 2011
No como una más entre otras
Un Estado de derecho necesita una lengua común, cuyo empleo no sólo es elección personal sino ante todo instrumento político para la realización dialéctica de la propia democracia. Todas las lenguas de nuestra nación son respetables y dignas de fomento, pero la castellana es además imprescindible como vehículo de entendimiento general y debate de las cuestiones que atañen a toda la comunidad. La enseñanza pública tiene que considerarla así y no como una más entre otras, cuando no como un molesto accesorio que sólo se llega a ofrecer a los estudiantes tras muchos y difíciles requerimientos. Por supuesto, los que más padecen del arrinconamiento docente del castellano son los económicamente menos favorecidos y los inmigrantes, es decir los que necesitan la lengua para integrarse laboral y socialmente en el marco estatal más amplio posible y no tienen recursos para acudir a escuelas privadas en las que recibirán docencia en la lengua que mejor les convenga.
Manifiesto fundacional de UPyD
Órdagos
Mario Onaindía explicaba muy bien en uno de sus libros porqué los nacionalistas iban ganando terreno permanentemente. Decía: "Es que los nacionalistas juegan al mus y los demás jugamos al tute". Los nacionalistas echan un órdago y el que está enfrente no sabe jugar, cree que tiene mejores cartas que él y se va para atrás. Y esto nos ha pasado muchas veces.
Rosa Díez en el discurso de presentación oficial de UPyD.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
El debate de la inmersión
La opinión de Enrique de Hériz en El Periódico de Catalunya.
Estoy a favor de la inmersión lingüística como método compensatorio de ciertos desequilibrios, aunque creo que no haría daño a nadie que los niños pudieran estudiar dos asignaturas, o acaso tres, en castellano; también creo que no les basta con tener una asignatura de inglés, sino que deberían, además, tener alguna en inglés. Para mí el famoso fet diferencial no radica tanto en hablar catalán (al fin y al cabo, todo el mundo tiene un idioma propio, de modo que no es eso lo que nos diferencia tanto de otras comunidades), como en tener la posibilidad de hablar los dos idiomas con la soltura propia de los nativos.
Me rebelo, en cambio, contra la repetición sistemática de argumentos que, en rigor, ni siquiera merecen tal nombre. Por ejemplo: que el uso del catalán como única lengua vehicular garantiza la cohesión. Oigo decir eso a gente que se proclama de izquierdas y se me desencaja la mandíbula. Otro tanto me ocurriría si dijeran lo mismo del castellano.
También me empiezan a chirriar las tragaderas cuando noto el automatismo con que se afirma que los padres castellanoparlantes no deben temer: «al terminar el ciclo escolar, los niños manejan con total eficiencia las dos lenguas», repiten algunos como un eco. Mentira, salen más bien torpes en ambas. Y por último, se esgrime una especie de última gran causa: la presencia imperial del español es tan contaminante, tan apabullante para el pobre catalán (por supuesto, amenazado de muerte), que incluso a pesar de la inmersión... ¡se oye hablar castellano en los patios! ¡Ay, señor, hasta donde hemos llegado!
No me cabe ninguna duda de que hay otros argumentos mucho más sutiles. Por eso lamento que siempre se utilicen estos, reduccionistas por principio y defendibles como democráticos solamente en una sociedad a la que se impone sistemáticamente la noción de una equivalencia mágica entre lo catalán y lo progresista, con la antítesis correspondiente que convierte todo lo español en paradigma del fascismo. Con esos argumentos, es difícil debatir a fondo el asunto. En el idioma que sea.
Estoy a favor de la inmersión lingüística como método compensatorio de ciertos desequilibrios, aunque creo que no haría daño a nadie que los niños pudieran estudiar dos asignaturas, o acaso tres, en castellano; también creo que no les basta con tener una asignatura de inglés, sino que deberían, además, tener alguna en inglés. Para mí el famoso fet diferencial no radica tanto en hablar catalán (al fin y al cabo, todo el mundo tiene un idioma propio, de modo que no es eso lo que nos diferencia tanto de otras comunidades), como en tener la posibilidad de hablar los dos idiomas con la soltura propia de los nativos.
Me rebelo, en cambio, contra la repetición sistemática de argumentos que, en rigor, ni siquiera merecen tal nombre. Por ejemplo: que el uso del catalán como única lengua vehicular garantiza la cohesión. Oigo decir eso a gente que se proclama de izquierdas y se me desencaja la mandíbula. Otro tanto me ocurriría si dijeran lo mismo del castellano.
También me empiezan a chirriar las tragaderas cuando noto el automatismo con que se afirma que los padres castellanoparlantes no deben temer: «al terminar el ciclo escolar, los niños manejan con total eficiencia las dos lenguas», repiten algunos como un eco. Mentira, salen más bien torpes en ambas. Y por último, se esgrime una especie de última gran causa: la presencia imperial del español es tan contaminante, tan apabullante para el pobre catalán (por supuesto, amenazado de muerte), que incluso a pesar de la inmersión... ¡se oye hablar castellano en los patios! ¡Ay, señor, hasta donde hemos llegado!
No me cabe ninguna duda de que hay otros argumentos mucho más sutiles. Por eso lamento que siempre se utilicen estos, reduccionistas por principio y defendibles como democráticos solamente en una sociedad a la que se impone sistemáticamente la noción de una equivalencia mágica entre lo catalán y lo progresista, con la antítesis correspondiente que convierte todo lo español en paradigma del fascismo. Con esos argumentos, es difícil debatir a fondo el asunto. En el idioma que sea.
Odio en las escuelas
lunes, 12 de diciembre de 2011
Los catalanes prefiere filmes doblados en castellano.
Un 46% de los catalanes prefiere las películas dobladas al castellano, frente a un 18% que las querría en catalán, según el estudio "la dieta cultural de los catalanes", del Barómetro de la Comunicación y la Cultura. Está claro que cuando el catalanismo habla de "normalización", mienten como bellacos... lo "normal" es lo que la mayoría quiere y está claro lo que quiere la mayoría de los catalanes.
domingo, 11 de diciembre de 2011
La lengua-herida
La opinión de Jesús Royo en La Voz Libre.
La inefable Pilar Rahola, tan locuaz ella, es una mina inagotable, da para muchos artículos. Con locuaz quiero decir que habla más que piensa, que se nutre de tópicos desecados y liofilizados hace muchos años, y que sus argumentos parece como si los trajera preparados ya desde casa, y los suelta al buen tuntún, tal como salen, “tal com raja”. Su artículo “La lengua herida”, en La Vanguardia del pasado 8 de julio, es un resumen, otro más, del infinito y cansino bucle melancólico del nacionalismo, siempre lo mismo: Cataluña y España, David y Goliat, el dragón y Sant Jordi, el Estado depredador y la resistencia tenaz de un pueblo sabio, orgulloso y tozudo que “no vol morir”. Y la lengua, la pobre lengua, es la flor delicada y sublime a punto de ser pisoteada por las pezuñas de los bárbaros, las altivas mesnadas castellanas. Es la lengua herida, menospreciada y masacrada por la sinrazón. No exagero. Véanlo, textualmente: ”los catalanes vivimos en un Estado que ni quiere ni garantiza la normalidad en el uso de los idiomas que lo configuran, eternamente preocupado por la idea de que el imperio territorial se basa en el imperio de la lengua”… “España desprecia las lenguas diferentes al castellano”, “pone en jaque su supervivencia”, “potencia su degradación”… “(Sólo da un) papel residual a las otras lenguas del Estado, sin aceptar ni entender que se trata de un patrimonio cultural extremadamente valioso”… “España siempre se ha concebido como un estado-lengua y de la mano del idioma ha impuesto una manera de entender el mundo”…“Este idioma-Estado se ha impuesto por la violencia en las épocas tiránicas…pero las lenguas han sobrevivido de manera tozuda y resistente a la dictadura”…“Lingüísticamente hablando, España es un país depredador…un Estado que desprecia los otros idiomas que no sean el del imperio. Los desprecia tanto que no le importa que desaparezcan.”
Esto ya no es que la lengua esté herida, sino que la lengua es la herida. Herida no como adjetivo, sino como substantivo. Es la herida que nos permite dar lástima, como la amputación que exhibe impúdicamente el pordiosero, con la que se gana el sustento diario. Es una herida-negocio, que nos da derecho a la subvención permanente, a la prioridad institucional, a la excepción merecida. Como diría el castizo Pujols: nos da derecho a ir por el mundo sin tener que pagar en los restaurantes ni en los hoteles. ¿Usted habla una lengua minoritaria o en peligro? Pues nada, no se apure, el mundo está en deuda con usted, y en consecuencia la plaza es suya, la subvención es suya, puede usted saltarse las normas de equidad impunemente.
Sinceramente creo que otro discurso es posible. Un discurso racional, igualitario, sin mitos, sin trampas. España quizá es un estado depredador, pero los catalanes lo hemos sido con él, y en primera línea: acordémonos del tradicional comercio de esclavos de los mercantes del Maresme, del exterminio de los indios de Rapanui, a cargo de un marino del Masnou, del acopio de capital amasado con sangre negra en los ingenios de Cuba y Puerto Rico. Acordémonos de que, vía comercio, y vía concesiones estatales, los industriales catalanes se han hecho con las plusvalías generadas en la “atrasada España”. Es cierto que la lengua catalana fue perseguida, pero a menudo por los propios catalanes. Y en todo caso, eso no autoriza a pedir una pensión vitalicia. Ni a reclamar una patente de corso con la que negar los derechos lingüísticos a los castellanohablantes.
No concibo que el discurso de Pilar Rahola, el más común entre nacionalistas, sea tenido como un honor de la lengua catalana. No me entra en la cabeza. Al revés, creo que es un discurso ofensivo para el catalán. La excepción, la prioridad, el uso preferente, no es la gloria del catalán. Ni de ninguna lengua. Lo honorable es la igualdad, y la libertad. La cooficialidad que define la Constitución es más respetuosa con el catalán que la excepción y la prioridad que reclama el nacionalismo.
La inefable Pilar Rahola, tan locuaz ella, es una mina inagotable, da para muchos artículos. Con locuaz quiero decir que habla más que piensa, que se nutre de tópicos desecados y liofilizados hace muchos años, y que sus argumentos parece como si los trajera preparados ya desde casa, y los suelta al buen tuntún, tal como salen, “tal com raja”. Su artículo “La lengua herida”, en La Vanguardia del pasado 8 de julio, es un resumen, otro más, del infinito y cansino bucle melancólico del nacionalismo, siempre lo mismo: Cataluña y España, David y Goliat, el dragón y Sant Jordi, el Estado depredador y la resistencia tenaz de un pueblo sabio, orgulloso y tozudo que “no vol morir”. Y la lengua, la pobre lengua, es la flor delicada y sublime a punto de ser pisoteada por las pezuñas de los bárbaros, las altivas mesnadas castellanas. Es la lengua herida, menospreciada y masacrada por la sinrazón. No exagero. Véanlo, textualmente: ”los catalanes vivimos en un Estado que ni quiere ni garantiza la normalidad en el uso de los idiomas que lo configuran, eternamente preocupado por la idea de que el imperio territorial se basa en el imperio de la lengua”… “España desprecia las lenguas diferentes al castellano”, “pone en jaque su supervivencia”, “potencia su degradación”… “(Sólo da un) papel residual a las otras lenguas del Estado, sin aceptar ni entender que se trata de un patrimonio cultural extremadamente valioso”… “España siempre se ha concebido como un estado-lengua y de la mano del idioma ha impuesto una manera de entender el mundo”…“Este idioma-Estado se ha impuesto por la violencia en las épocas tiránicas…pero las lenguas han sobrevivido de manera tozuda y resistente a la dictadura”…“Lingüísticamente hablando, España es un país depredador…un Estado que desprecia los otros idiomas que no sean el del imperio. Los desprecia tanto que no le importa que desaparezcan.”
Esto ya no es que la lengua esté herida, sino que la lengua es la herida. Herida no como adjetivo, sino como substantivo. Es la herida que nos permite dar lástima, como la amputación que exhibe impúdicamente el pordiosero, con la que se gana el sustento diario. Es una herida-negocio, que nos da derecho a la subvención permanente, a la prioridad institucional, a la excepción merecida. Como diría el castizo Pujols: nos da derecho a ir por el mundo sin tener que pagar en los restaurantes ni en los hoteles. ¿Usted habla una lengua minoritaria o en peligro? Pues nada, no se apure, el mundo está en deuda con usted, y en consecuencia la plaza es suya, la subvención es suya, puede usted saltarse las normas de equidad impunemente.
Sinceramente creo que otro discurso es posible. Un discurso racional, igualitario, sin mitos, sin trampas. España quizá es un estado depredador, pero los catalanes lo hemos sido con él, y en primera línea: acordémonos del tradicional comercio de esclavos de los mercantes del Maresme, del exterminio de los indios de Rapanui, a cargo de un marino del Masnou, del acopio de capital amasado con sangre negra en los ingenios de Cuba y Puerto Rico. Acordémonos de que, vía comercio, y vía concesiones estatales, los industriales catalanes se han hecho con las plusvalías generadas en la “atrasada España”. Es cierto que la lengua catalana fue perseguida, pero a menudo por los propios catalanes. Y en todo caso, eso no autoriza a pedir una pensión vitalicia. Ni a reclamar una patente de corso con la que negar los derechos lingüísticos a los castellanohablantes.
No concibo que el discurso de Pilar Rahola, el más común entre nacionalistas, sea tenido como un honor de la lengua catalana. No me entra en la cabeza. Al revés, creo que es un discurso ofensivo para el catalán. La excepción, la prioridad, el uso preferente, no es la gloria del catalán. Ni de ninguna lengua. Lo honorable es la igualdad, y la libertad. La cooficialidad que define la Constitución es más respetuosa con el catalán que la excepción y la prioridad que reclama el nacionalismo.
Planeta Catalunya
Os invito a ver dos trocitos de "Planeta Catalunya", el espectáculo que representa en Barcelona la actriz estadounidense Rachel Arieff.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
España y los catalanes
La carta de un lector de El Periódico de Catalunya.
Tantos años invertidos por los políticos nacionalistas en hacernos creer que los catalanes no gustamos en el resto de España y ahora resulta que el grupo Manel es número uno de ventas en España y agotó las entradas en sus conciertos en Madrid, y la película `Pa negre¿ triunfó rotundamente en los Goya. La realidad es tozuda.
Eugeni del Castell
Santa Coloma de Gramanet
Tantos años invertidos por los políticos nacionalistas en hacernos creer que los catalanes no gustamos en el resto de España y ahora resulta que el grupo Manel es número uno de ventas en España y agotó las entradas en sus conciertos en Madrid, y la película `Pa negre¿ triunfó rotundamente en los Goya. La realidad es tozuda.
Eugeni del Castell
Santa Coloma de Gramanet
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