domingo, 24 de julio de 2011
miércoles, 20 de julio de 2011
Una Generalitat más generosa
Lo regentaba entonces el Patronato Escolar de la Generalitat, que era una institución magnífica. Te regalaban las libretas, los lapiceros, las plumilllas, la fe en ti mismo. Puestos a regalar, te regalaban la esperanza. Los maestros, de inmaculada bata blanca, eran de un mármol tal que los niños pobres no habían pisado nunca.
Consciente la Generalitat de que Barcelona es una ciudad bilingüe, ofrecían enseñanza gratuita en castellano o en catalán. A mamá se lo preguntaron cuando me llevó allí, sujeto de la mano.
-¿Castellano o catalán?
-Catalán -pidió mamá-, porque el castellano ya lo habla en casa.
De modo que yo aprendí a escribir en catalán, también seguramente pobre, de no haber existido los cuarenta años de franquismo. Hoy día hay aún -instituciones incluidas- quien me acusa de eso, de escribir en castellano. En el nombre de Dios... ¿se dan cuenta de lo que dicen? Yo escribo correctamente en catalán, y hasta he publicado en mi lengua artículos y algún libro de derecho, pero para la novela eso no basta. La novela exige la palabra exacta, la palabra sentimental, y si puedes, la palabra mágica. Y eso se aprende a los catorce años, con la primera poesía, el primer libro de aventuras, la primera niña que te hizo creer en el amor. Y yo lo mamé en castellano, una lengua noble y ancha. Lo volvería a mamar otra vez, porque un escritor es para siempre la lengua de sus quince años, construida con los gritos de los maestros y los susurros de los poetas.
Que nadie me culpe. Y que alguien recuerde que, antes de la Generalitat de hoy, hubo una Generalitat más generosa.
HIstoria de mis calles, FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA
lunes, 11 de julio de 2011
El circo patriótico
Os copio el polémico artículo que publicó, Núria Amat, flamante ganadora del Premi Ramon LLull. La columna se publicó en El País el 16-10-2007.
Cataluña, creadora de artistas, ha sido siempre defensora de la libertad y derechos de las personas. El carácter catalán (me remito a los archivos) "es realista, práctico, sensato, comprensivo, intuitivo, genialoide, y con un gran sentido común en sus actividades diarias, pero también llega a ser, en determinadas ocasiones, idealista en exceso, excéntrico sin remedio, capaz de apostarlo todo a cara o cruz, buscando ser grande y sufriendo de ser un país pequeño". La Historia es una espina clavada en una buena parte de los catalanes. De ahí que sus políticos se sientan cargados de una misión excelsa -salvar el pueblo catalán-, forjada, en muchos casos, por un sentimiento colectivo y contagioso que deriva, como ahora, y por parte de un sector minoritario del gobierno, en un nacionalismo excluyente que cree tener en su país a un gran enemigo hereditario, al punto de no poder seguir viviendo ni existiendo sin este enemigo en casa, real o imaginario.
Para el catalán, la lengua catalana forma parte de la continuidad de un país que es hoy en día un país de países. En esta pluralidad consiste la gran fortuna de la Cataluña de los últimos años. Por razones históricas de todos conocidas, este país "de acogida" ha sabido enriquecer su cultura esencial, su lengua propia, con la lengua castellana que siempre se ha hablado en Cataluña, especialmente, en Barcelona; ciudad que mantiene su bilingüismo como una de las grandes riquezas que la caracteriza. Donde no se habla un catalán perfecto ni tampoco un castellano inmaculado. Las dos lenguas son felizmente impuras. Conviven. Se casan o aparean. O bien se divorcian para procrear de nuevo.
No es este el parecer de los políticos que, en la actualidad, gobiernan Cataluña. Por un afán de cerrazón, mantenimiento de poder oficial y pureza identitaria, han decidido utilizar la lengua como bandera única de su ideología. Cuando de todos es sabido que en Cataluña hay escritores en castellano muy buenos, algunos de sus gobernantes y palanganeros resolvieron anunciar contra viento y marea que solo merecían asistir a la Feria del Libro de Frankfurt autores catalanes catalanoescribientes. Eliminando de este convite general, a los escritores catalanes castellanoescribientes, a los que niegan la pertenencia a una cultura específica.
Se está dando un comportamiento nuevo en la sociedad gubernamental catalana, muy distinto de la riqueza genuina de las generaciones catalanistas anteriores que favorecían el intercambio de literaturas y celebraban el bilingüismo como forma de convivencia. ¿En qué idioma escriben o escribimos estos escritores sin tierra, que nos presentan como castellanos en Cataluña y catalanes en todas partes? En la misma lengua que, casualmente, muchos presidentes y diputados de la Cataluña actual hablan en su entorno familiar. Un castellano naturalmente periférico.
Signo de estos tiempos de pestes nacionalistas es que la ideología domine la lengua hasta convertirla en instrumento de credo, tal y como el lingüista Victor Klemperer observó en su vigente y muy recomendable libro La lengua del Tercer Reich. ¿En una Europa por fin libre y abierta hay que dudar aún de que Kafka fuera un escritor checo que, casualmente, escribía en alemán? ¿No fueron estas mismas palabras las que impuso Stalin en los países soviéticos? ¿Y cómo se atreve Praga a vivir de su genial escritor "extranjero"?
Volviendo a Klemperer, que en el comienzo lento hacia la guerra del exterminio fue apartado de su cátedra y le impidieron el acceso a todas las bibliotecas públicas, conviene recordar que "cuando el poder se apodera del discurso, su lenguaje impregna el lenguaje del ciudadano y se extiende a todo con una naturalidad asombrosa, como si fuera lo esperado y lo evidente". En el caso catalán o español, este sutil proceso hace que no llame atención alguna que escritores catalanes, castellano-escribientes hayan sido tenuemente marginados de sus puestos de trabajo en la Universidad catalana. Proceso igualmente vivido, acaso de modo más evidente, en la comunidad vasca. A lo que se añade la manipulación patente de libros de texto, reglamentos universitarios y demás documentación burocrática o empresarial.
Si por un lado los ciudadanos son los receptores directos de los usos lingüísticos de los políticos, por otro, en su utilización de la lengua se reflejan los privilegios y opresiones que ella reparte. El lenguaje ha intoxicado a los habitantes y más allá del grado de españolismo o catalanidad que uno posea, la lengua protegida se va interiorizando y conquistando conciencias de quienes va encontrando al punto de paralizar a quienes piensan en contra.
Así, la expresión famosa es catalán quien vive y trabaja en Cataluña, altera su sentido válido y, en principio, positivo por otro negativo: dando a entender que no es catalán quien no escriba o hable el idioma que debe hablarse en Cataluña. Y, por tanto, merece quedar excluido de los medios radiofónicos como el caso de persecución lingüística recientemente ocurrido a la escritora uruguaya-catalana Cristina Peri Rossi. Ejemplo en el que la inmediata reacción de un sector de ciudadanos está consiguiendo reencauzar a buen término.
En los medios nacionalistas, expresiones y palabras se inventan o se modifican para su uso provechoso, haciendo caer en el olvido o desaparición la anterior situación que le daba verdadero sentido. Por la misma regla de tres, el nacionalismo español utiliza términos como patria, patriotismo, ciudadanía, nación, sentimiento nacional, soberanía. O expresiones cómo: vamos a ganar para devolver España a los españoles. (Entre paréntesis, como si sólo fueran españoles los que actúan y piensan como Rajoy. O sólo fueran catalanes los que piensan y actúan como desea Carod Rovira). El peor efecto de este lenguaje es suscitar a las personas un estado de ánimo propicio para el cumplimiento de sus programas. A fin de catalanizar, si cabe aún más el idioma, utilizan el léxico familiar más rural. Hasta Pompeu Fabra se levantaría de la tumba al oírlos. Por no decir, todos los escritores de la Renaixença. Y los más cercanos del Novecentismo catalán (Carner, Riba y un largo etc). Absurdamente creen que esta vulgarización impuesta de la lengua catalana la hace más estatal y más auténtica.
Sin duda, la forma popular de hablar les sirve como marca identitaria y señal de que uno está en el lugar adecuado. En la única opción permitida. En lugar de decir la palabra España (menuda maldición) hacen toda clase de circunloquios para referirse al país, llamándolo Estado español, catalán o peninsular. Como también el caso grandioso de un periodista que hace unos días, para comentar la despedida de un torero en una sonada corrida en Barcelona, decía: "César Rincón se despide de Europa".
O, también, aquel informativo televisivo: "Llueve en todo el Estado español".
Así las cosas, quienes los españolistas acusan de catalanistas, y los catalanistas acusan de españolistas son los más próximos a tener razón.
Cataluña, creadora de artistas, ha sido siempre defensora de la libertad y derechos de las personas. El carácter catalán (me remito a los archivos) "es realista, práctico, sensato, comprensivo, intuitivo, genialoide, y con un gran sentido común en sus actividades diarias, pero también llega a ser, en determinadas ocasiones, idealista en exceso, excéntrico sin remedio, capaz de apostarlo todo a cara o cruz, buscando ser grande y sufriendo de ser un país pequeño". La Historia es una espina clavada en una buena parte de los catalanes. De ahí que sus políticos se sientan cargados de una misión excelsa -salvar el pueblo catalán-, forjada, en muchos casos, por un sentimiento colectivo y contagioso que deriva, como ahora, y por parte de un sector minoritario del gobierno, en un nacionalismo excluyente que cree tener en su país a un gran enemigo hereditario, al punto de no poder seguir viviendo ni existiendo sin este enemigo en casa, real o imaginario.
Para el catalán, la lengua catalana forma parte de la continuidad de un país que es hoy en día un país de países. En esta pluralidad consiste la gran fortuna de la Cataluña de los últimos años. Por razones históricas de todos conocidas, este país "de acogida" ha sabido enriquecer su cultura esencial, su lengua propia, con la lengua castellana que siempre se ha hablado en Cataluña, especialmente, en Barcelona; ciudad que mantiene su bilingüismo como una de las grandes riquezas que la caracteriza. Donde no se habla un catalán perfecto ni tampoco un castellano inmaculado. Las dos lenguas son felizmente impuras. Conviven. Se casan o aparean. O bien se divorcian para procrear de nuevo.
No es este el parecer de los políticos que, en la actualidad, gobiernan Cataluña. Por un afán de cerrazón, mantenimiento de poder oficial y pureza identitaria, han decidido utilizar la lengua como bandera única de su ideología. Cuando de todos es sabido que en Cataluña hay escritores en castellano muy buenos, algunos de sus gobernantes y palanganeros resolvieron anunciar contra viento y marea que solo merecían asistir a la Feria del Libro de Frankfurt autores catalanes catalanoescribientes. Eliminando de este convite general, a los escritores catalanes castellanoescribientes, a los que niegan la pertenencia a una cultura específica.
Se está dando un comportamiento nuevo en la sociedad gubernamental catalana, muy distinto de la riqueza genuina de las generaciones catalanistas anteriores que favorecían el intercambio de literaturas y celebraban el bilingüismo como forma de convivencia. ¿En qué idioma escriben o escribimos estos escritores sin tierra, que nos presentan como castellanos en Cataluña y catalanes en todas partes? En la misma lengua que, casualmente, muchos presidentes y diputados de la Cataluña actual hablan en su entorno familiar. Un castellano naturalmente periférico.
Signo de estos tiempos de pestes nacionalistas es que la ideología domine la lengua hasta convertirla en instrumento de credo, tal y como el lingüista Victor Klemperer observó en su vigente y muy recomendable libro La lengua del Tercer Reich. ¿En una Europa por fin libre y abierta hay que dudar aún de que Kafka fuera un escritor checo que, casualmente, escribía en alemán? ¿No fueron estas mismas palabras las que impuso Stalin en los países soviéticos? ¿Y cómo se atreve Praga a vivir de su genial escritor "extranjero"?
Volviendo a Klemperer, que en el comienzo lento hacia la guerra del exterminio fue apartado de su cátedra y le impidieron el acceso a todas las bibliotecas públicas, conviene recordar que "cuando el poder se apodera del discurso, su lenguaje impregna el lenguaje del ciudadano y se extiende a todo con una naturalidad asombrosa, como si fuera lo esperado y lo evidente". En el caso catalán o español, este sutil proceso hace que no llame atención alguna que escritores catalanes, castellano-escribientes hayan sido tenuemente marginados de sus puestos de trabajo en la Universidad catalana. Proceso igualmente vivido, acaso de modo más evidente, en la comunidad vasca. A lo que se añade la manipulación patente de libros de texto, reglamentos universitarios y demás documentación burocrática o empresarial.
Si por un lado los ciudadanos son los receptores directos de los usos lingüísticos de los políticos, por otro, en su utilización de la lengua se reflejan los privilegios y opresiones que ella reparte. El lenguaje ha intoxicado a los habitantes y más allá del grado de españolismo o catalanidad que uno posea, la lengua protegida se va interiorizando y conquistando conciencias de quienes va encontrando al punto de paralizar a quienes piensan en contra.
Así, la expresión famosa es catalán quien vive y trabaja en Cataluña, altera su sentido válido y, en principio, positivo por otro negativo: dando a entender que no es catalán quien no escriba o hable el idioma que debe hablarse en Cataluña. Y, por tanto, merece quedar excluido de los medios radiofónicos como el caso de persecución lingüística recientemente ocurrido a la escritora uruguaya-catalana Cristina Peri Rossi. Ejemplo en el que la inmediata reacción de un sector de ciudadanos está consiguiendo reencauzar a buen término.
En los medios nacionalistas, expresiones y palabras se inventan o se modifican para su uso provechoso, haciendo caer en el olvido o desaparición la anterior situación que le daba verdadero sentido. Por la misma regla de tres, el nacionalismo español utiliza términos como patria, patriotismo, ciudadanía, nación, sentimiento nacional, soberanía. O expresiones cómo: vamos a ganar para devolver España a los españoles. (Entre paréntesis, como si sólo fueran españoles los que actúan y piensan como Rajoy. O sólo fueran catalanes los que piensan y actúan como desea Carod Rovira). El peor efecto de este lenguaje es suscitar a las personas un estado de ánimo propicio para el cumplimiento de sus programas. A fin de catalanizar, si cabe aún más el idioma, utilizan el léxico familiar más rural. Hasta Pompeu Fabra se levantaría de la tumba al oírlos. Por no decir, todos los escritores de la Renaixença. Y los más cercanos del Novecentismo catalán (Carner, Riba y un largo etc). Absurdamente creen que esta vulgarización impuesta de la lengua catalana la hace más estatal y más auténtica.
Sin duda, la forma popular de hablar les sirve como marca identitaria y señal de que uno está en el lugar adecuado. En la única opción permitida. En lugar de decir la palabra España (menuda maldición) hacen toda clase de circunloquios para referirse al país, llamándolo Estado español, catalán o peninsular. Como también el caso grandioso de un periodista que hace unos días, para comentar la despedida de un torero en una sonada corrida en Barcelona, decía: "César Rincón se despide de Europa".
O, también, aquel informativo televisivo: "Llueve en todo el Estado español".
Así las cosas, quienes los españolistas acusan de catalanistas, y los catalanistas acusan de españolistas son los más próximos a tener razón.
domingo, 3 de julio de 2011
Xavi:"Soy catalán pero es un placer bestial jugar con España"
Espero a Xavi sentada al sol, en el suelo de la Ciutat Esportiva del FC Barcelona. Hace un día primaveral y él llega justo después de entrenar y comer junto con algunos de sus compañeros. “Una cosa sencilla: macarrones, costillitas de cordero y zumo de naranja”, explica. Se sienta a mi lado y charlamos de forma relajada, de fútbol en estado puro. Tengo al lado a un campeón del mundo, de Liga, de Champions, de Copa, un casi Balón de Oro. Un auténtico lujo y una persona que supera con creces al ganador de todo. Que ya es decir.
-Hace menos de una semana de la entrega del famoso Balón y seguimos hablando de él: que si ha dividido el vestuario, que si hay votos para Xabi Alonso que son de Xavi, que Iniesta y usted están mosqueados…
-Mira, se lo digo muy claro: yo estoy muy feliz. Hace unos años me cuentas que tres jugadores del Barça estaríamos ahí y pienso que se ha vuelto loca. Que te consideren uno de los tres mejores es tan grande, tanto, que me siento el tío más privilegiado de la Tierra. Y si, encima, el que queda primero es Messi, que es el mejor jugador y casi seguro será uno de los cinco mejores de la historia del mundo, ni te explico.
-Pero dicen que…
-[Interrumpe]. Sí, lo del mal rollo y todo eso, ¿no? A mí me hace gracia que también intenten desestabilizarnos con esto. Van probando con temas y ahora toca el del Balón de Oro. Es de justicia que haya ganado Leo. No fue inesperado, pero entiendo que a muchos les sorprendiera por lo que se filtró de que podíamos ganar Andrés o yo. ¿Oportunidad perdida para mí? ¡No, por favor! Será difícil que se repita, eso sí.
-Habla de un intento más de crispar al vestuario del Barça.
-Está claro que desde allí (desde Madrid, se refiere) lo intentan todo para desestabilizarnos, pero nosotros nos reímos. Comentamos: “¡Fíjate de lo que son capaces para ganarnos!”. Tenemos la sensación de que todo vale, pero lo entendemos. El fútbol es pasión, pasión elevada a la enésima potencia. Y la caverna forma parte del espectáculo.
-En alguna ocasión a usted, a Puyol o a Piqué les han intentado mezclar con temas políticos…
-Mire, yo soy catalán y culé, pero para mí es un orgullo bestial jugar en la Selección española. Mientras cuenten conmigo, iré. Yo paso de política y de historias. Jamás me he posicionado políticamente. Yo soy un enamorado del fútbol y tengo la enorme suerte de que me pagan un pastón por hacer mi trabajo, juego en el club que llevo en el corazón y en la Selección campeona del mundo. ¡Es la bomba!
-Lo de Sudáfrica…
-Fue alucinante. Ganar el Mundial fue el Oscar a la Mejor Película y al Mejor Guion. Tuvo momentos de todo, altibajos emocionales. No empezamos bien, pero después del partido ante Portugal nos fuimos arriba. Nos conjuramos. Todos. Con Del Bosque, con Hierro. Atrapamos el toro por los cuernos. Estábamos lejos de todo, con una presión enorme, con algunos compañeros jóvenes a los que los más veteranos teníamos que echar un cable… Criticaron a Silva, a Busquets, a Cesc… Fue injusto, pero ahí estábamos los demás para ayudarlos y hacer piña.
-¿Cómo es Vicente del Bosque?
-Una de las personas más humanas con que me he tropezado en la vida. Piensa en todos, es detallista, nos ha sabido llevar. Tras lo de Luis Aragonés, entró un poco con pies de plomo, nos preguntaba, dialogaba, no se le escapaba un detalle… Siempre digo que a las buenas personas la vida les ha de ir bien. Y Del Bosque es una de ellas.
-De Vicente a Pep. ¿Por qué Guardiola es tan bueno?
-Pep es el mejor porque sabe transmitir. Hay mucha gente que sabe de fútbol pero le falta pedagogía. Él es una esponja. Se aprieta a sí mismo y expande todo lo que lleva dentro. Su discurso llega como el de nadie. Es mi referencia en todo. Es el 4 pero vale 10.
-¿Qué le parece la estética de Mourinho, su puesta en escena? ¿Provocadora? ¿Inteligente?
-Allí donde ha ido, ha ganado. Los jugadores hablan bien de él, me consta. Yo le conozco de cuando estuvo aquí y ya era como le ven ahora. Es un hombre cabal, futbolero… A mí me ayudó. ¿Su estética? Yo soy diferente. Ni mejor ni peor. Distinto. Pero si a él le funciona, pues nada…
-¿Le gusta el juego del Real Madrid?
-Yo soy más de juego combinativo, de más posesión, de equipo, que es lo que hacemos en el Barça. Ellos hacen un fútbol más directo, más individualista. Prefiero el nuestro.
-Hace menos de una semana de la entrega del famoso Balón y seguimos hablando de él: que si ha dividido el vestuario, que si hay votos para Xabi Alonso que son de Xavi, que Iniesta y usted están mosqueados…
-Mira, se lo digo muy claro: yo estoy muy feliz. Hace unos años me cuentas que tres jugadores del Barça estaríamos ahí y pienso que se ha vuelto loca. Que te consideren uno de los tres mejores es tan grande, tanto, que me siento el tío más privilegiado de la Tierra. Y si, encima, el que queda primero es Messi, que es el mejor jugador y casi seguro será uno de los cinco mejores de la historia del mundo, ni te explico.
-Pero dicen que…
-[Interrumpe]. Sí, lo del mal rollo y todo eso, ¿no? A mí me hace gracia que también intenten desestabilizarnos con esto. Van probando con temas y ahora toca el del Balón de Oro. Es de justicia que haya ganado Leo. No fue inesperado, pero entiendo que a muchos les sorprendiera por lo que se filtró de que podíamos ganar Andrés o yo. ¿Oportunidad perdida para mí? ¡No, por favor! Será difícil que se repita, eso sí.
-Habla de un intento más de crispar al vestuario del Barça.
-Está claro que desde allí (desde Madrid, se refiere) lo intentan todo para desestabilizarnos, pero nosotros nos reímos. Comentamos: “¡Fíjate de lo que son capaces para ganarnos!”. Tenemos la sensación de que todo vale, pero lo entendemos. El fútbol es pasión, pasión elevada a la enésima potencia. Y la caverna forma parte del espectáculo.
-En alguna ocasión a usted, a Puyol o a Piqué les han intentado mezclar con temas políticos…
-Mire, yo soy catalán y culé, pero para mí es un orgullo bestial jugar en la Selección española. Mientras cuenten conmigo, iré. Yo paso de política y de historias. Jamás me he posicionado políticamente. Yo soy un enamorado del fútbol y tengo la enorme suerte de que me pagan un pastón por hacer mi trabajo, juego en el club que llevo en el corazón y en la Selección campeona del mundo. ¡Es la bomba!
-Lo de Sudáfrica…
-Fue alucinante. Ganar el Mundial fue el Oscar a la Mejor Película y al Mejor Guion. Tuvo momentos de todo, altibajos emocionales. No empezamos bien, pero después del partido ante Portugal nos fuimos arriba. Nos conjuramos. Todos. Con Del Bosque, con Hierro. Atrapamos el toro por los cuernos. Estábamos lejos de todo, con una presión enorme, con algunos compañeros jóvenes a los que los más veteranos teníamos que echar un cable… Criticaron a Silva, a Busquets, a Cesc… Fue injusto, pero ahí estábamos los demás para ayudarlos y hacer piña.
-¿Cómo es Vicente del Bosque?
-Una de las personas más humanas con que me he tropezado en la vida. Piensa en todos, es detallista, nos ha sabido llevar. Tras lo de Luis Aragonés, entró un poco con pies de plomo, nos preguntaba, dialogaba, no se le escapaba un detalle… Siempre digo que a las buenas personas la vida les ha de ir bien. Y Del Bosque es una de ellas.
-De Vicente a Pep. ¿Por qué Guardiola es tan bueno?
-Pep es el mejor porque sabe transmitir. Hay mucha gente que sabe de fútbol pero le falta pedagogía. Él es una esponja. Se aprieta a sí mismo y expande todo lo que lleva dentro. Su discurso llega como el de nadie. Es mi referencia en todo. Es el 4 pero vale 10.
-¿Qué le parece la estética de Mourinho, su puesta en escena? ¿Provocadora? ¿Inteligente?
-Allí donde ha ido, ha ganado. Los jugadores hablan bien de él, me consta. Yo le conozco de cuando estuvo aquí y ya era como le ven ahora. Es un hombre cabal, futbolero… A mí me ayudó. ¿Su estética? Yo soy diferente. Ni mejor ni peor. Distinto. Pero si a él le funciona, pues nada…
-¿Le gusta el juego del Real Madrid?
-Yo soy más de juego combinativo, de más posesión, de equipo, que es lo que hacemos en el Barça. Ellos hacen un fútbol más directo, más individualista. Prefiero el nuestro.
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