miércoles, 15 de julio de 2009

Pedir dinero es muy fácil; gastarlo, aún más‏


Martí Saballs en Expansión.


Prólogo. Ayer, el gobierno de Cataluña aprobó el nuevo modelo de financiación y otros interesantes acuerdos. Entre ellos: subvencionar a la UAB (Universitat Autònoma de Barcelona) con 450.000 euros para desarrollar el programa de escuela de cultura de la Paz; subvencionar con 530.000 euros a la Agencia de las Naciones Unidas para la ayuda de los refugiados palestinos y destinar un millón de euros a contratar monitores para los jardines de infancia propiedad de la Generalitat, que bien podrían utilizarse para facilitar la creación de guarderías privadas.

La semana pasada, por ejemplo, el departamento de Medio Ambiente y Vivienda catalán adjudicó 24.879 euros a la UAB para investigar la diversidad genética de los lobos y osos catalanes. No quiero engañar. También se aprobaron ayer proyectos nada discutibles: desde la construcción de nuevos centros de asistencia médica en zonas rurales hasta programas para la mejora del suministro de agua potable.
Primer capítulo. “Hemos plantado cara al Estado y hemos ganado.” Las dos oraciones, unidas por la conjunción copulativa “y” las pronunció Joan Puigcercós para mostrar su euforia tras el nuevo modelo de financiación. ¿A qué se refiere el presidente de ERC? La primera persona del plural “hemos” puede tratarse del partido que preside, miembro del tripartito, que obtuvo un 5,59% de los votos (298.139) del total del censo electoral (5.324.909) de Cataluña en las últimas elecciones generales.
Puede referirse al gobierno tripartito o incluso al conjunto de los catalanes, lo cual no debe satisfacer mucho a CiU y PP, que no apoyan el nuevo modelo por distintas razones. “Plantar cara” es una expresión dura, muy machote, que apela a enfrentamiento más que a negociación. Ellos y nosotros, el patético drama eterno. “Estado”, pero ¿qué es el Estado sino todos? Desde la administración central a la autonómica y la local. Es una pena seguir buscando enemigos con estos lenguajes tan guerreros para satisfacer a las parroquias: ya sean antiespañolas o anticatalanas. Qué difícil es buscar la concordia. “Hemos ganado” cierra Puigcercós con un final tremendo. ¿Se supone entonces que el “Estado” -o sea, todos- hemos perdido? Qué triste.
Segundo capítulo. Hasta que no salgan los detalles del reparto final de los 11.000 millones de euros y se especifique cómo se pagarán, hay que dejar un cierto margen al escepticismo. El modelo requería mejoras en aras de la eficiencia en la gestión de los recursos, para responder al cambio demográfico y para lograr mayor justicia fiscal. A nadie le gusta recibir menos de lo que paga, sobre todo durante un largo periodo de tiempo.
No puede confundirse la solidaridad con la subsidiariedad, pero no puede arreglarse un problema con otro. Los desajustes con la antigua financiación que padecían Cataluña, Baleares, Valencia y Madrid no pueden arreglarse con una solución que no beneficie a todos. No sólo a los catalanes, sino al resto, y saberlo contar. El buen gobierno es aquél que en los temas que afectan a todos los ciudadanos decide pensando más allá de las siglas políticas y las estrategias territoriales. ¿Competencia entre comunidades? Siempre, pero una vez garantizados los servicios mínimos y ofreciendo cierto margen en políticas fiscales: para subir y, también, para bajar impuestos si quiere atraerse talento y capital.
Tercer capítulo. ¿Suponemos que hipotecamos el futuro en medio de la peor crisis de los últimos cincuenta años? ¿Quién pagará la fiesta? El flujo de dinero destinado a las autonomías no provendrá de un ahorro o mejor gestión de los recursos del gobierno central. La espiral deficitaria del Estado (recuerdo que somos todos, hasta el señor Puigcercós) no para de crecer y, con ella, la deuda, que podría agravar el valor en el mercado internacional de la palabra España.
¿Qué más queda? Más impuestos a corto y largo plazo. La Generalitat ya se frota las manos gracias a la nueva capacidad normativa. Restarán capacidad consumidora e inversora a los ciudadanos y a las empresas, que verán como el dinero que ganan también ayudará a financiar más investigación de osos, lobos y escuelas abstractas a favor de la paz mundial.

1 comentario:

Carlos Almor dijo...

"destinar un millón de euros a contratar monitores para los jardines de infancia propiedad de la Generalitat, que bien podrían utilizarse para facilitar la creación de guarderías privadas"

Si hombre, mucho más normal dedicar nuestros impuestos a las guarderías privadas que a las de la Generalitat...

Sí señor, y ya de paso que se carguen la sanidad pública y destinen el dinero a las clínicas privadas no?

Con tal de ir en contra, lo que haga falta...