martes, 24 de enero de 2012

Agitar el fantasma del español como lengua opresora


La única lengua desaparecida en España es el hispanoárabe, erradicado tras la culminación de la Reconquista por motivos religiosos. El español ha convivido de manera bastante pacífica con otras lenguas durante siglos, una tradición que se vio truncada durante el franquismo y se recuperó de nuevo en la Transición. Sin embargo, agitar el fantasma del español como lengua opresora y el catalán como lengua perseguida parece ser rentable para quienes se sirven de las lenguas como armas arrojadizas en la contienda política.


Lenguas en guerra, IRENE LOZANO

viernes, 20 de enero de 2012

"La visión catalana del mundo"


Hablar catalán no conforma lo que un célebre informe de la Generalitat de Cataluña sobre los medios de comunicación definía el año pasado como "la visión catalana del mundo", sino que simplemente indica la pertenencia a un grupoo que se define en función de esa misma marca y no por una diferencia étnica, ni religiosa, ni histórica, ni cultural.


Lenguas en guerra, IRENE LOZANO

lunes, 16 de enero de 2012

Sin el español...


Hacer monolingües de una lengua minoritaria a hablantes de comunidades bilingües o proporcionarles un deficiente conocimiento de la lengua escrita, por no trabajar con ella en los textos escolares y relegarla a mera asignatura, equivale a restarles oportunidades de antemano, sin dejarles elección, por más que complazca a coleccionistas de especies endémicas o a extravagantes muñidores de hechos diferenciales. Como ha escrito Ángel López García, los nacionalistas "se equivocan cuando cifran casi todas sus complacencias en una "normalización" que tendría como resultado la pérdida de la plena competencia lingüística bilingüe de sus habitantes. No es el idioma español quien necesita a los hablantes de estos territorios, sino justamente al revés: sin el español, su proyección peninsular, primero, e internacional, después, resulta poco menos que irrealizable".

Lenguas en guerra, IRENE LOZANO.

domingo, 15 de enero de 2012

Tenemos el idioma


Para esa población rural catalanohablante, a la que se encomienda la custodia de las esencias ancestrales y cuya supuesta pureza espiritual se ensalza para mejor mantenerla dominada, los párrocos predican gustosos en las lenguas vernáculas. Con agrado y siendo felices a la vieja enseñanza del Pentecostés, se sumarían al nacionalismo representantes de la religión con frecuencia cultivadores de la filología catalana, como Antoni Griera o el sacerdote Antoni Alcover, autor del Diccionari Català-Balear-Valencià, que decía: "Pues claro que somos una nación. Tenemos todos los síntomas distintivos y el carácter. Tenemos el idioma".


Lenguas en guerra, IRENE LOZANO

sábado, 14 de enero de 2012

A la libre decisión de los ciudadanos


Cuando el federalista Valentí Almirall, autor de "Lo catalanisme", relaciona las ventajas para la región que puede tener el fomento del catalán, lo hace sin reivindicarla como lengua exclusiva: "la cooficialidad de nuestra lengua no debe perjudicar los derechos de ninguna otra y, en cambio, aportará ventajas a nuestra región y contribuirá al progreso general". Almirall intentó hacer del catalanismo la bandera de la izquierda, pero fracasó.
En el Congreso Federalista para la Constitución de un Estado Catalán (1883), la lengua sigue sin salir a colación, lo que hace decir a Vallverdú: "No parece aventurado concluir que preferían dejar la cuestión del uso de la lengua a la libre decisión de los ciudadanos".


Lenguas en guerra, IRENE LOZANO

martes, 10 de enero de 2012

Derecho universal


Pues el catalanismo no estaba de ningún modo dispuesto a respetar ese derecho universal a la escolarización en lengua materna de los castellanohablantes. Estaba en contra del bilingüismo porque lo juzgaba negativo para la supervivencia del catalán, pero sobre todo porque era inadecuado para romper con la comunidad política española e imponer la nacionalista catalana, que es de lo que se trataba. Así que los hijos de emigrantes o de burgueses catalanes de habla materna castellana fueron obligados -más los primeros, dependientes de la enseñanza pública- a renunciar de grado o por fuerza al hasta hacía poco sagrado derecho a la escolarización en lengua materna, suprimido en nombre del superior derecho colectivo del catalán a regir todos los aspectos de la vida pública, e incluso privada, de los catalanes. Naturalmente, como las lenguas no tienen derechos de ninguna clase, ni tampoco obligación, los afectados fueron los derechos y obligaciones de los habitantes del antiguo Principado.

Movimientos cívicos, CARLOS MARTÍNEZ GORRIARÁN